Una operación de recalificación sería más que jugosa económicamente teniendo en cuenta la privilegiada ubicación del coso en Gran Vía con Marina
ÁNGEL GONZÁLEZ ABAD Lo cuenta en ABC
A dos semanas de las elecciones municipales, en Barcelona todavía quedan muchas cosas por decir. Si en 2004, el Ayuntamiento presidido por Joan Clos, y secundado por ERC e ICV, declaró la capital antitaurina, ahora ante unos nuevos comicios y un nuevo equipo de Gobierno municipal, no está dicha la última palabra.
Si finalmente, tal como apuntan las encuestas, el PP es decisivo para que el nacionalista Xavier Trias asuma la Alcaldía, en materia taurina debe haber una presión. Revocar la prohibición del Parlament está en manos del Tribunal Constitucional, pero la plaza de la Ciudad Condal y su futuro si no hay toros es competencia municipal. Mucho se ha hablado de la millonaria indemnización que la Generalitat deberá pagar a los propietarios del coso taurino, a la empresa y a los profesionales afectados por la abolición de la Fiesta —hasta cuatrocientos millones de euros se barajan—, y sobre esa mareante cifra subyace además el uso que se deberá dar al edificio monumental o a sus terrenos.
Una operación urbanística sobre un solar tan apetecible añade morbo al asunto.
Hace años, en estas mismas páginas abecedarias, se desveló la oferta que el entonces teniente de alcalde de Esquerra Republicana, Jordi Portabella, hizo a la propiedad de la plaza para enajenar La Monumental, ¿se acuerdan del proyecto de instalar allí los Encantes...? Una operación de recalificación sería más que jugosa económicamente teniendo en cuenta la privilegiada ubicación del coso en Gran Vía con Marina. Pero, en un Ayuntamiento con el PP decisivo, ¿los populares aceptarían cualquier operación de este tipo, o se opondrían a dar otro uso a la plaza mientras no haya una sentencia firme por parte del Constitucional? Un compromiso formal del PP en este sentido y en plena campaña tranquilizaría muchas conciencias y disiparía turbias aspiraciones. La plaza de la Monumental debe seguir siendo plaza de toros. No hay prisa, no debe de haberla, para que deje de serlo. Un gesto en este sentido diría mucho a favor de las intenciones populares
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