Plaza de toros de Santa Olalla del Cala (Huelva). Domingo
24 de agosto de 2014. Novillada con picadores de feria. Más de media entrada en
tarde calurosa. Superior brega de Chamaqui al 2º. Buen puyazo de Manolo Cid al
4º donde saludaron tras parear Joselito Rus y Jaime Padilla. Los tres
novilleros y el mayoral salieron a hombros.
Seis novillos de Hermanos Domínguez Camacho, bien
presentados y en general manejables, con matices. El mejor el 1º, noble y
bravo. Muy castigado en varas el 2º que también se dejó. 3º, 4º y 5º buscaron
antes o después las tablas. El 6º empezó descompuesto y se fue atemperando.
Lama de Góngora, de espuma de mar y oro: media tendida y estocada (oreja
con fuerte petición de la segunda) y estocada un punto desprendida (dos orejas
y rabo)
José Antonio Heredia, de azul pavo y oro: estocada casi entera (oreja) y pinchazo
y estocada (oreja)
David de Miranda, de blanco y azabache: estocada algo caída de rápido
efecto (dos orejas) y estocada (dos orejas y rabo)
TODOS CONTENTOS
Los tres novilleros y
el mayoral a hombros por la añeja puerta de Sol de la centenaria plaza cuando
la noche se había adueñado hacía ya un buen rato de la población serrana (y no
es que los actuantes se pasaran de faena, antes al contrario, estuvieron de lo
más comedidos en la duración de sus trastos, cosa que no es habitual, sino que
el festejo empezó tardísimo). Nueve orejas y dos rabos para las estadísticas,
algún trofeo gracia del magnánimo presidente. Un público que salió contento
tras una entretenida tarde de toros con novilleros de distinto cuño pero
siempre entregados y un ganado manejable, dicho en términos actuales. Y domingo
de feria en Santa Olalla del Cala.
Lama de Góngora, cual
Jano bifronte, mostró las dos caras, tan necesarias hoy para sobrevivir en la
jungla de la fiesta: la de la paz, con esa torería y ese gusto que atesora el
novillero del Arenal, y la de la guerra, digo, la de la garra, cuando su
segundo se aquerenció en tablas y se dio un baño de cercanías y populismo. Un
triunfo justo y merecido que en su fuero interno le puede servir mucho.
El jerezano José
Antonio Heredia, el menos placeado de los actuantes, salvó la papeleta con
mucho decoro. Aunque con altibajos, sus trasteos evidenciaron un poso de
calidad. Manejó bien los aceros.
David de Miranda
volvió a demostrar el tremendo valor seco, sin aspavientos ni muchas
concesiones a la galería, que le está abriendo hueco pasito a paso en el
difícil escalafón de la novillería. Muy centrado, queriéndolo hacer todo con
mucha cadencia y pasándose los serios utreros muy cerca de la faja. Remató su
solvente actuación con unos naturales de frente muy logrados.
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