Una de las cosas más auténticas y bonitas que depara el toreo es
la amistad que entablan los toreros. Nadie mejor que ellos para entender a su
semejante, por eso se establece muchas veces entre ellos una conexión especial
que, incluso, deriva en admiración.
Es lo que sucede con Andrés Romero y Daniel Luque.
Se conocieron hace años y mantienen desde entonces una estrecha relación que en
días como el de ayer, miércoles 6 de agosto, la química era palpable. Una tarde
de campo que fue una delicia, en la que el toreo
fluyó al mismo compás que la complicidad y la admiración entre dos toreros que
vuelven a encontrarse el próximo sábado 22 de agosto, en la plaza de toros de
Aracena, con ‘Michelito’ y ante
toros de Los Espartales y José Luis Pereda. Después de lo visto en este prólogo íntimo en
Gerena, la cita promete mucho a
quienes participen de ella.
Como adelanto de esa cita,
Andrés y Daniel han compartido estos días toreo en La Luquesina, la casa que el sevillano tiene en Gerena, su pueblo.
Invitado por Luque, Romero se
desplazó con sus caballos para compartir un exigente tentadero que sirvió como
inmejorable preparación para lo que está por venir. Exigente la prueba por el
volumen y la seriedad innegable de las dos vacas que echó Luque. Dos vacas que, por su condición, midieron el momento
profesional de cada uno de ellos. Andrés,
en estas vísperas de El Puerto de Santa
María, uno de los grandes compromisos de lo que le queda de temporada. Daniel, con las nuevas expectativas que
le genera el apoderamiento recién estrenado de la mano de alguien tan
experimentado como Juan Ruiz Palomares.
Lo cierto es que, por lo visto en La
Luquesina, los dos andan en ese punto de equilibrio que lleva a esperar de
ellos lo mejor de su nivel. Los dos siguen con todo por ganar y con el
prestigio intacto por lo que han ganado ya. Teniendo el tiempo como su mejor
cómplice, con el oficio y el fondo puesto al fuego necesario de la forja.
Daniel Luque corroboró que está en un momento de sólida confianza en sus
posibilidades. Que anda soberbio de fondo, de ganas y de ilusión. Y de
capacidad. Y de valor. Y cuajó de cabo a rabo a la vaca a la que se midió, alta
y larga como un tren, con la que el sevillano se ajustó y lidió como si
estuviera en el ruedo de cualquier plaza. Lo suyo es cuestión también de
tiempo. De menos tiempo cada vez. La bomba de torería que Daniel Luque tiene dentro está pronta a estallar.
Andrés Romero aprovechó la ocasión para seguir trabajando con los potros
nuevos de su cuadra. Como Kabul, su proyecto inmediato más
ilusionante. No es descabellado que debute pronto, este mismo año. Es, sin
duda, el más adelantado de sus caballos nuevos y el jinete tiene puestas
grandes esperanzas en él. Le vino bien a Kabul medirse al volumen y las complicaciones
de la vaca. Sus avances son innegables.
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