Vuelve el rejoneador a Madrid, no ha pasado un mes desde su
última visita a la Plaza de sus once puertas grandes y le han pasado muchas
cosas al triunfador de San isidro desde entonces.
Desde entonces, Diego ha mostrado su lado más humano,
emocionado tras haber sido padre de otro Ventura que más pronto que tarde
veremos a caballo.
En este casi mes Diego ha seguido triunfando a golpe cantado
en tres países. Ha estado presente y ha triunfado en Nimes, sus actuaciones en Córdoba, Granada, Ledesma,
han sido cerradas con triunfos de salida
a hombros,
Además al hispano luso le ha pasado que ha vuelto a
Portugal, la tierra de sus mayores donde al año pasado tomó la decisión de no
torear. Huelga decir que también triunfo en Almeirim a pesar del poco juego del
ganado
En los últimos días,
mientras se preparaba para esta tarde, además ha pasado que un potro le ha dado un
cabezazo y los hierros han hecho daño en la cabeza al rejoneador.
Todo esto mientras aún
resuenan los ecos de su última actuación en Las Ventas que le supuso volver a
abrir la puerta grande, y van once veces, que se dice pronto y marca un hito
difícil de imaginar si no fuera porque lo hemos vivido.
Pero hay cosas de este rejoneador que no han cambiado y no
van cambiar próximamente. Por ejemplo no
entiende Diego otra forma de subirse a un caballo vestido de corto que en son
de guerra, en son de aspirar a todo y así saldrá hoy al ruedo venteño,
aspirando al triunfo, a otro triunfo, al triunfo constante del figurón del rejoneo.
La vida profesional del hijo de Joao Ventura sabe de la lucha del humilde y de la lucha del
grande. No cambia y ahora que es un triunfador, sigue pasando cualquier día de
su vida más tiempo a caballo que a pie, vive para entrenar con la estrellas de
su cuadra, para potrear futuras figuras de rejoneo, para buscar un pelo
distinto en cualquier sitio que se lo cuentan, en buscar lo distinto, lo único
a caballo. Él mismo es su único rival en esta lucha por el mejor Ventura posible
Pues por eso hoy, y siempre, Madrid espera a Diego Ventura,
porque es un triunfador eterno, porque sigue teniendo hambre de gloria, porque
se siente especialmente en este teatro de los grandes sueños toreros, porque
ofrece lo distinto y siempre busca el límite. Un límite que seguro no son once
puertas grandes. Al tiempo, que empieza
esta tarde
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