Ese toro que aprende, que se orienta, que pelea en el
caballo con tesón, de viejas raíces nacidas cuando aquel don Juan Miura fijó
los caracteres de un raza especial, alta, lista, incierta y brava, estos toros
de 170 años, que ya nacieron viejos en el XIX,
con un sexto sentido y una fuerza descomunal en el poderoso cuello que
cuando un picador lo ha probado una vez no lo olvida nunca, “topas contra un
tren que tiene la agilidad de un gorrión en la cara” me dijo un día un viejo
piquero
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