17-09-1891 - hace 120 años Lo cuenta Gilberto
Plaza de toros de HuelvaA las 4 y media en punto y cuando ya casi, casi, teníamos el agua encima, el presidente hace la señal deseada. Salen las cuadrillas y a su frente Currito y Litri y dan suelta al primero de los cuatro excelencias que estaban enchiquerados. ¡Bien por el señor Miura! Rabilargo era un toro de primera, de gran trapío, cárdeno oscuro, meano, recogido de astas, de libras y poder. Salió con pies y mostróse boyante con los de aupa, tomando cinco buenas varas de Cigarrón, con pérdida de un jaco, y una de Canales, dejándole también a patas. Tantas varas tomó Rabilargo, tantos quites hizo Miguel, que parecía querer probar que, por más que había llegado a las tres por el tren de Zafra y toreando tres corridas en días seguidos y en puntos distinto, recorrido muchas leguas en coche y tren, trae un puntazo en el antebrazo derecho y un varetazo en el cuello, se encontraba con alientos para entendérselas con los Miuras, que son el bú de la gente de coleta con billete de ida y vuelta
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