Ayer en Aguascalientes Diego Martínez, un hombre del toro, permitió que un doctor, que ya salvó la vida al niño torero Jairo Miguel, salvara la vida al torero del que muchos dicen que es el Mesías del toreo del principio del siglo XX
El subalterno puso en suerte en la mesa del quirófano del especialista vascular Alfredo Ruiz Romero a un hombre a media sangre y no un cadáver, Un sencillo hombre del toro, Diego Martínez, de la cuadrilla de “El Payo”, que acertó a cortar la hemorragia por la que se le escapaba la vida al de Galapagar, lo hizo como se enseña en las tragedias, sin aspavientos y sin dudar, como se aprende en los callejones, metiendo el puño en la herida con decisión y formas de otro Tomás, el discípulo incrédulo que necesitó comprobar las huellas de los clavos en las manos de aquel otro mesías de hace 2000 años y al que en mala hora le hicieron debutar con picadores.
Diego Martínez ni negó tres veces, ni se durmió en el monte de los olivos, ni era de los apóstoles de Tomás. Era un hombre del toro de verdad.
La verdad grande del toreo es José Tomás, esta verdad no es excluyente con la verdad ilusionante de “El Juli”, ni con la verdad capaz de Enrique Ponce, ni con la verdad humilde de Silvera, último torero onubense con quien ha compartido cartel, la verdad del toreo es un hombre y una muleta, esa es la verdad que resume todas las verdades hondas del toro.
Hoy salta la verdad sangrante del muslo abierto de Tomás, un muslo con un agujero de bazoka, una pierna izquierda reventada, tras dicen que dos avisos que se acostaba por ese pìtón. Y entonces se me vienen al lado del dolor las mentiras que sobre el torero he oído, que he barruntado en los peores casos y que han insinuado en las más abyectas suposiciones. El recorrido prolijo por las mentiras vertidas sobre el toreo sería escatológico, por ejemplo, un reputado doctor sevillano, demuestra desde hace años a quien pueda oírlo sin vomitar y tenga paciencia, que el de Galapagar torea con una malla antibalas bajo el traje de luces que lo protege de los pitones del toro.
El año 0 de la vuelta del Mesías se decía que los toros le pegaban por que no sabía. El año 1 después de la vuelta se decía que el torero iba a morir de purísima y oro, como inventó Sabina, en Linares, que “todo estaba preparao”, puro merchandising. El año 2 dijeron que ya no le pegaban los toros porque se aliviaba, y había perdido la “ética de su propuesta taurina”. Podría seguir con mil embustes y tropecientas aranas, pero lo peor no son las mentiras, lo peor es que los fariseos que las cantan defienden una postura y la opuesta con tal de desmerecer las gestas del torero, los peor es que determinados “periolistos” a los que les ha reventado el negocio y su pléyade de beatas, acólitos y “bebepilas”, aprovechan cualquier ocasión para atacar despiadadamente al de Galapagar. Igual que han aprovechado ahora para copar las entradas de los telediarios que han querido darles bola, y hacerse así protagonistas y hablar, sin sonrojarse hasta el carnet de identidad, de la épica, de la mística y de la tauromaquia arriesgada de un maestro de maestros, al que, por cierto, no soportan por su independencia.
La cogida de México, donde, en la plaza de Autlán de la Grana, en el estado de Jalisco, ya nació otra vez Tomás hace 14 años, el 96 de su alternativa, desde entonces decía el madrileño que la mitad de su sangre era azteca, ahora deberá decir que sólo le queda un cuarterón de sangre de la madre patria con la que lo parieron, esa cogida no es la primera de la historia, ni será la última, por desgracia, es una de tantas que se dan cada temporada en una plaza de toros, el pasado sábado en Palos Doblado estuvo a milímetros de la cornada bailando durante segundos entre los pitones del toro, Manuel Diaz El Cordobés, en las atipadas conceptuales, resultó prendido en Barcelona ayer. El proceso se repite recurrente, el pavor, la conmoción, el miedo, los santos oleos, abrir los ojos, respirar por si mismo, la recuperación milagrosa, y la pregunta del millón , más millón que nunca en este caso, “¿Cuando reaparece?”. Que nadie tache la pregunta de mercantilista en el lecho del dolor. Recuerdo que el toreo no es más que un arte de románticos donde unos pocos ganan dinero, alguno de los románticos entre ellos.
Taurotoro tiembla con el abono de Córdoba y Granada sin el monstruo, Matilla ha salvado Jerez por tablas y cercanía, pero ¿y Huelva?
Acabo de oír al doctor Ruiz Romero desde Méjico que en una pocas semanas Tomás podrá volver a su actividad normal, ¡que ironía!, llamar “actividad habitual” a veinte tardes al año en que alguien asusta al miedo haciendo arte delante de un toro.
Traduciendo, unas pocas semanas son en castellano de allende la mar oceana como por esta tierra de Dios, entre seis y ocho semanas, más serían “unos meses”, menos, serían “unos días”. Si tenemos en cuenta que estamos acabando abril, y nos ponemos en ocho semanas, Mayo, cicatrización y traslado, Junio convalecencia, Julio sería el mes de la recuperación, de la puesta a punto, y Agosto, podría ser el de la reaparición en Colombinas con Silvera y Manzanares ante los predilectos toros de Cuvillo.
¿Se lo imaginan?, muchos echan cuentan, otros sólo soñamos.
1 comentario:
Estoy de acuerdo contigo Javier respecto a todas las mentiras que se han vomitado contra este torerazo. Tambien estoy de acuerdo contigo en que todos los toros dan cornadas, unos mas que otros, pero todos las dan, y que es tan respetable José Tomás como el que se pone delante de una simple becerra.
Con lo de llegar a Huelva... uf, no se. Particularmente, y muy a pesar mio como Tomasista declarado, creo que no va a poder ser. Por la amistad que me une con Vilches, y despues del cornalon de Cenicientos hace dos Agostos, se llevo para poder empezar a tentar hasta Enero. Esta de José Tomás es aun mas grave.
No se, pero ojalá pudiese estar en Huelva, no por solo por poder verlo, sino porque seria señal de su total recuperación.
Un saludo.
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