sábado, 30 de mayo de 2009

Gracias Trigueros

Un verdadero camino del Rocío en Hermandad.

Mi infancia y pubertad están vinculadas a Trigueros con las ligaduras más profundas que conoce el alma: la amistad y las vivencias de esa época mágica de la vida. En los últimos años setenta la familia Cerero D´Herbe me acogió durante fines de semana y vacaciones en su magnífica casa de Fernando Belmonte 52: Antonio y Pepa, Domingo Lucena, Catalina, Rafael, Antonio y Carmen me trataron a mis doce años como a un miembro más de esta familia. Fui durante unos años un triguereño más. El Santo, la Semana Santa con el colofón de la Gira, Las Cruces, los toros en la calle Labradores, la feria, visitas a Rioja, desde donde nos acercábamos a ver los fieros toros de Cuadri, meriendas de uvas con queso en la viña de la uva beba… todas estas vivencias son mi infancia y ya saben que la infancia de un hombre es su patria.

Este año, el destino y Manolo Maraver, han querido concederme la oportunidad de completar ese círculo mágico de mis experiencias triguereñas acudiendo a la llamada de la Virgen en la comitiva de este pueblo sencillo y señor.

Es el Rocío lo que los próceres de la cultura definirían como una manifestación extraordinaria que abarca los ámbitos religioso, cultural y folklórico de Andalucía la Baja, la nuestra, la bética, la que se extiende entre los valles del Guadiana y el Guadalquivir, de este rincón del sur de Europa.

Como todo acontecimiento de las magnitudes e importancia del Rocío, la heterogeneidad de las gentes que se echan a los caminos que conducen a las marismas en la semana previa al lunes de Pentecostés, supone una amplia diversidad de formas de entender la Romería más universal del mundo.

Las formas de acudir a la llamada universal de la Blanca Paloma parten de motivos diversos, de raíces familiares, culturales, religiosas y personales de muy distinta condición y calado. Se puede peregrinar a la aldea mágica de muchas formas, todas imagino que devotas, todas emotivas, todas rocieras y todas alegres.

Pero para peregrinar en hermandad, en ese sentimiento que aúna la unión de almas de los hermanos, la confraternización de sentimientos de unión cristiana en pos de la reina de la Marismas, el disfrute de una naturaleza dura pero de paisajes bellísimos, sólo se puede hacer en una familia en el sentido más amplio y cristiano de la palabra, y en que mejor familia que la de la hermandad de Trigueros.

Es un regalo de la Virgen poder lucir caballo el miércoles por las asoleradas calles del pueblo tras la Misa de Romeros y la sentida Salve y las loas y vítores a la Virgen y al Santo y a Trigueros, la parada en la capilla del Santo, salir por el antiguo camino de Sevilla. Recuerdo el placer de comer junto al Tinto tras vadearlo con arte y viveza, dos centenares de caballos, treinta carros, tres docenas de tractores, cualquier reunión te atiende, que digo, te obliga, te agasaja, yo nunca me puedo sentir forastero en Trigueros, pero si así hubiera sido, en este rato de camino estaría integrado hasta los tuétanos en este mi pueblo.

La emotiva subida de la cuesta tras la que se asoma Bonares donde es necesaria la ayuda de todos para ayudar a algún carro que no puede, algún tractor que claudica, cruzar el pueblo hermano, y al anochecer llegar al Corchito…, mágica la noche, la hermandad más unida que nunca en un círculo iniciático y ancestral, plenas de luces y sabores las candelas, descanso merecido del peregrino, y la noche que se alarga desde el siempre accidentado montaje de los improvisados lechos, el rezo del Rosario en torno al central simpecado, las guitarras templadas de Dani o de Manolo, las voces recias de los rocieros, los tonos hondos de las voces femeninas, el pinar y el corazón de este desarraigado natural que se estremecen con las letras inverosímiles que sólo se pueden oír en este auténtico camino del Rocío.
Letras que hablan de Pandereta, de Joselito, de la gitana de Gerena, de Curro, de Pablo Romero, de Buendía, del toro, del caballo, del Rocío, de la amistad, de esta Andalucía culta y folclórica

La noche que se niega a morir hasta que Alberto, el sempiterno Zorro, se aclara la voz, se cubre con el poncho, empuja a las guitarras y se acerca, pausado y ceremonioso, al Simpecado para regalar a la Virgen y al oído respetuoso del peregrino las más sentidas y esperadas de las coplas nacidas del sentimiento rociero y que llegan con el aroma que sólo puede impregnar quien tiene el corazón más grande y puro de Trigueros
En la mañana del jueves La Santa Misa del Alba nos concentra y da fuerzas divinas a los romeros, ya se huele la aldea. La hermandad avanza entre el polvo del "Camino del Hambre", atraviesa en una lenta maravilla de sombras y luces a través de los pinos que conducen a la Casa del Canelo. Se almuerza con la sensación de la meta casi rozada, Bajo Caldera, y desde allí de un tirón al Rocío, Benitez de jefe de carretas organiza a los caballos y ya estaba Trigueros en el Rocío, las cinco de la tarde, antes de las siete descansa el Simpecado en la casa hermandad del Real.

Cuando aún vibran en mi alma los sentires púdicos de emociones nunca sentidas, quisiera que el camino hubiera seguido para ser mejor rociero y más triguereño. Aprovecho la oportunidad que me da esta revista para agradecer el más bello de los caminos que un rociero apátrida, por hijo total de una España diversa y añorada, puede disfrutar, por el trato, las emociones, el fervor, la magia única de las cosas sencillas al estilo de Trigueros, que, después de este año, es mucho más mi pueblo que nunca. La reina de las marismas no puede menos que sentirse orgullosa de este pueblo de la campiña que sabe caminar en hermandad a la aldea.
Gracias Trigueros, el de mi pubertad de pueblo, por dejarme vivir desde dentro el camino más puro para acercarse al Rocío, que es una forma de acercarnos a los mas hondo de nosotros mismos, gracias ahora y siempre, y ¡Viva la Hermandad de Trigueros! y ¡Viva la Virgen del

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