viernes, 20 de marzo de 2009

El Papa Negro.




Una historia de hombres buenos, apodos, niñas y muñecas.




Entender la importancia de la dinastía Bienvenida se hace difícil para quien no haya vivido la fiesta en Madrid. Pero en una ocasión Vicente Zabala, padre, me hizo ver que el distintivo de esta dinastía era el señorío en el toreo. Esta historia así lo corrobora.

Todos sabemos que el apodo familiar de los Mejias viene del pueblo extremeño de Bienvenida origen de la familia, que luego vivió entre Llerena y Sevilla.
Cada héroe ha tenido un cronista ad hoc. Don Modesto era un crítico apasionado y con cierta tendencia a la grandilocuencia, don José de la Loma era además ferviente católico. Publicó en el Liberal una crónica, donde nombraba, tras la corrida a beneficio del Montepío de Toreros en Madrid el 24 de octubre de 1908, Sumo Pontífice del toreo a Ricardo Torres Bombita y Cardenal Secretario a Machaquito.
Para un católico ferviente, después del Papa no podía haber nada más, cualquier otra comparación sería blasfemia o pecado de lesa divinidad, tomar el nombre de Dios en vano.

Cuando después de ver torear en el año 10 del siglo pasado a Bienvenida la corrida del motín con el Gallo padre y Manolete, Don Modesto otra vez exaltado y eufórico le dio la vena de la poesía épica y abrochó su crónica con estos versos:


De Bienvenida el pendón
ondula mirando al cielo
y a sus pies al ras del suelo
y entre gloriosas muletas,
«se estremecen» las coletas
de Lagartijo y Frascuelo
 
Ya se quedaba sin apelativos y cuando la tarde del 29 de mayo el de Llerena salió a torear con Machaquito y el Gallo, el bueno de Don Modesto no quiso rectificarse a si mismo y en lugar de ungirlo Papa de toda la cristiandad desposeyendo al usurpador, el crítico lo revistió con la jesuitica medalla de Papa Negro del toreo por la gracia de Dios.

Es genial, oportuno, nos da matices de una época del toreo y de la vida en la España que seguía oliendo a sacristía cuando se gestaba la revolución bolchevique. A los jesuitas, entre destierros y repatriaciones, se les consideraba el poder en la sombra, la alternativa en la Iglesia, una especie de Opus Dei actual, enfrente del Papa Blanco, el Papa Negro

De ahí el apodo del hijo de Bienvenida, Mejías Lujan, y padre de Bienvenidas, Mejías Jiménez

Luego, existe una preciosa historia que da idea de la categoría humana y profesional de los protagonistas de la esta preciosa historia, podían tomar nota muchos fariseos de la prensa actual.

Cuando el fundador de la dinastía quiso agradecer al revistero su crónica no se le ocurrió mejor manera que quitarse del dedo el solitario de gran valor que llevaba en su anular. Compró un estuche y con su apoderado se presentó en casa del cronista. Manuel Mejias pronunció torpemente emocionadas palabras entrecortadas y con lágrimas de agradecimiento le entregó la joya.

No nadaba en la abundancia Don Modesto, ni mucho menos, pero renunció al bienintencionado regalo a don Manuel. "No se disguste porque no se lo acepte. A usted le ha costado exponer la vida delante del toro y lo mío ha sido cuestión de alabar justamente con mi pobre pluma lo magnífico".

La cara del ya Papa negro era de asombro y de vergüenza. Aquí la categoría humana del escribidor le hizo dar una salida más que digna al momento de tensión:

«No es un desprecio. Si me quiere obsequiar voy a complacerle. Vea, dijo enseñando una muñeca de porcelana rota, es de mi hija y se le ha roto, había sido su regalo de Reyes. La niña no se consuela. El juguete lo mercaron sus majestades, vaya usted a saber donde, y los que vivimos de la pluma no podemos tener Reyes Magos cada dos por tres. Si encuentra una igual yo se lo agradeceré y la pequeña más".

Se me saltaron las lágrimas cuando leí la historia de hombres buenos, de hombres grandes, de hombres con principios. Por esto amo al toro y a su gente.

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Haciendo hilo

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