viernes, 16 de mayo de 2014

Perseo, el caballo que llora en Escacena por torear en Madrid.

Los caballos toreros quieren torear, como los toreros. Cuando a un caballo torero, mitad héroe, mitad ángel, todo mito, le alcanza un toro, es una señal divina, un porqué, una venganza mísera de los dioses oscuros del Olimpo.

Perseo de Andrés Romero, el caballo valiente, cuyo mitológico homónimo cambio de reino para ser justo, ha cambiado la cornada de Sevilla por la gloria de Madrid. La maña aviesa de los dioses del toreo le impide estar en Las Ventas para confirmar la alternativa que recibió su jinete sobre su espalda en Sevilla.

Esta mañana, desde su box, ha visto con mirada triste y envidiosa partir a sus camaradas de escuadra, de la escuadra de los esforzados jacos de Romero. Ha oído el sonar de los cascos al subir al camión los nobles Chamán y Bambú, al orgulloso Carbón y al potente Bavieca, sus rivales parando el ímpetu de salida de los toros. Ha sentido los relinchos del líder Guajiro y los esfuerzos por convencer al rebelde Ben-Hur.

Ahora está solo. En el campo, barrunta a las yeguas alardear de los  potros del año. En las cuadras aledañas, los huecos de los que se fueron y los nervios de los caballos nuevos, todo testosterona e ignorancia. Y la paciencia estéril de los viejos caballos de la cuadra. No le duele el anca a Perseo, le duele el alma torera de los caballos de rejoneo. No entiende nada, quiere torear y sabe que Madrid es la plaza donde tenía que confirmar con honor la alternativa de su caballero.

Se quedó en tierra, guarda el silencio que guardan los dioses indignados, pero mañana, en Madrid, algún caballo de Romero percibirá en un quiebro, en un galope tendido, en una pirueta, que le sobra aliento, que saca fuerzas de más allá de sus músculos. Será el empuje grupal de la manada, la telepatía brava de los caballos toreros, será el alma brava de Perseo que desde una cuadra del condado onubense insuflará ánimos, para ayudar a dar el más allá de las fuerzas y de la prestancia.

Sentirán los caballos de la recova la fuerza de Perseo, sentiran el apoyo de sus herraduras aladas para volar, su hoz de de adamantio para clavar en el estribo y su casco invisible para salir de las suertes con gracia y riesgo.

Y el triunfo de mañana, por que el oráculo del toreo ya huele el triunfo, será la victoria de la manada y en el triunfo estará Perseo, el caballo valiente que cambió una cornada por la gloria.

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