"Festejo" en el Campillo

Pauloba se las vio ante tres invalidos de Santa Cruz. Perez Mota corta tres orejas a dos manejables ejemplares de Millares, Cañaveral dos a un buen novillo de Guadaira

Lo temíamos, los peores augurios se quedaron cortos.Triste la tarde de toros de ayer del Campillo, hablábamos estos días de "festejo", pues la fiesta la puso el publico en los tendidos cuando en el quinto y último toro de la tarde, hasta suena mal quinto y último, cantó el pasodoble que homenajea a su pueblo mientras Pérez Mota se las veía con el mejor toro de la tarde, un girón de Millares de buenas hechuras, bajito y con fuelle. El conjunto del evento no dejó toda la tarde de traerme recuerdos de un viejo libro leido en mi infancia "Los clarines del miedo" de Angel María de Lera, hecha película con Paco Rabal, tomo nota, de protagonista.

Ambiente de posguerra, pobreza, ganado con costillas marcadas, impresión de zafiedad, de coge el dinero y corre, de mal asunto.

Empezamos, la plaza instalada entre el campo de fútbol y Aspromin, no puede haber sido aprobada por ningún técnico que conserve la vista y la vergüenza Ponía en juego la vida, no sólo de los aficionados, que podían caer por las aberturas del suelo, sino que un banderillero dejó la zapatilla entre las tablas y el estribo al saltar al callejón, se jugó la vida, el pie y la temporada. Alambres, remiendos, una España de chapuza y aguanta mientras cobro. El ganado que se lidió a nombre de Hermanos Santacruz no puede haber pasado ningún reconocimiento por parte de ningún veterinario que tenga vista, vergüenza y sentimientos, daban pena, toros de la Camarga en mal año, comentó un ilustre compañero de la prensa. Peor que eso, toros enfermos, con heridas por el cuerpo, más acudirían a por una espuerta con pienso que a una muleta, cojos, encalambrandos, parapléjicos, feos, sin pitones y hambrientos.

Si la política hace extraños compañeros de cama, que no hará el taurinismo. ¿Que pinta un figurón, todo dignidad en su cara maltrecha, todo gusto en su capote que los coge meciéndolos y todo torería en su muleta? ¿Que hace un torero como Luis de Pauloba en un sitio como este?Nada pudo hacer pero se mostró honrado y maduro, al salir, os juro que he hablado con él diez veces en mi vida, nos miramos y se me vino a dar un abrazo, me dolió en el alma los designios crueles que hacen que el torero de nombre ruso se vea en esto, como hace unas semanas en su pueblo donde un golfo se marchó con la escuálida taquilla. Luis, en casa, mejor que toreando esto y en esta compaña.

Pero y el Señor Rodríguez de Moya, que es eso: un Señor, educado, prudente, afable, en el taco, ¿Que hacía este buen hombre, un sábado de Julio a 40 grados en un portátil que se caía, peleando guerras que no son las suyas y acompañado, para más delito, de su familia?¿ No estaría mejor en su casa de vacaciones de Sanlucar o de Matalascañas o su buena casa de Sevilla? Seguro que sí.

Su torero, bien, pero sin delirios, más hábil que hondo, más listo que sabio se mostró Perez Mota, más de pueblo que de plaza grande, buena acitud pero más mimado de lo que se debe, preparado para Santander, pero no sabemos si preparado para andar por un escalafón con las exigencias actuales. Al primer toro no lo entendió y se empeñó en una faena al hilo de las tablas, al segundo, de más a menos le enjaretó una faena que podía haber tenido más enjundia, pero bien, dos orejas que sumadas a la del primero le hubieran otorgado salida por la puerta grande si la plaza la hubiera tenido.

Cañaveral, aprueba, bien, nos cuentan que tiene novia en Aracena y se le ve serrano, fácil, espectacular sin apreturas y fallón en la colocación, bien en la actitud lo cual dice mucho a su favor, el novillo de su casa bravo y con movilidad y transmisión. Cortó las dos orejas

En "Los clarines...", había toros avisados y sin carnes, charanga, pensión de mala muerte, peripatéticas, toreros cobardes, pocos dineros, sobrecogedores, alcaldes del movimiento, ganas de sangre en los tendidos, Plazas de talanqueras rebosantes,broncas..., en El Campillo una escasa afición santa y ruidosa con altavoces, toros de la Camarga, toreros con más altas miras, no vimos a las trabajadoras del amor, ni vimos más que un festejo impresentable. Si la alternativa es esto o nada, pues mejor nada. No creo que saliera ayer ni un sólo nuevo aficionado y a alguno hoy decir que no volvía a los toros. Yo también.

¿Que que hacíamos ayer allí?, supongo que será afición, pero afición ¿a que?