lunes, 6 de octubre de 2014

Esto se hunde ¿Y no paaasa nada?

Decía Sabines, un viejo poeta mejicano, escribía que aquí no pasa nada, o, bueno, pasa tanto al mismo tiempo, que es mejor pensar que no pasa nada.


Empieza a preocuparme. El toro, su gente, su estructura, su ambiente es un mundo acomplejado. Cada vez más, consideramos como naturales agravios que son inasumibles en un estado de derecho. Desde la base andamos, si no escondiendo, si callando nuestra afición. Permitimos inanes que desde todos los estamentos se nos menosprecie y difame. En las redes sociales cualquiera se atreve a ponernos de chupa de dominé en cuanto saben de nuestra afición.

Pareciera que nos da igual ser el monigote de la feria, entre la mujer barbuda y el carapapa al que le todos le pueden tirar sus inmundicias.

Como parece no importarnos que al entrar en las plazas nos coaccionen e incomoden los gritos e insultos de cuatro o cuarenta y cuatro manifestantes, que tienen su derecho a hacerlo, pero no y nunca en ese momento y en ese sitio.

Pareciera que es poco importante que en Barcelona no pueda haber toros merced a una ley abiertamente contraria  derecho. Parece que asumimos que aún cuando el constitucional, el día que quiera ponerse a trabajar en el recurso que dirime, falle a favor de la tauromaquia, seguirá sin haber toros en La Monumental, si es que no la han convertido en otro centro comercial. Parece normal que en San Sebastian una decisión municipal deje sin toros a los aficionados de la Bella Easo.

 Aparentemente nos importa poco a todos, desde el banderillero de la UNPBE al empresario y al aficionado, que haya menos novilladas que corridas de toros, que haya pueblos donde la prohibición a la tauromaquia  nazca de la imposibilidad de asumir los costes de organizar un festejo menor.

Nadie parece preocupado por que tres toros en una misma tarde y de una misma ganadería, se partan los pitones. Nadie analiza con ganas de saber la verdad las muertes de toros infartados en las plazas


A nadie le importa un bledo, más allá del consumidor que simplemente no acude, que los carteles de toros de las principales ferias de España sean idénticos a los de hace 10 años. Pongamos estos nombres Juli, Perera, El Cid Morante, Castella, Talavante, Manzanares, Ponce, Padilla, Fandi, Cordobés, juntemos con cinco ganaderías de encaste Domecq y  veremos que nos salen carteles que sirven igual en la feria  de cualquier plaza de segunda del 2005 que en la de 2015

Parecemos asumir como un mal menor que haya toreros que no interesan y toreen en todas las ferias, que haya ganaderías que no dan el juego apetecido y repiten año tras año. El oligopolio real de un sistema caduco que controla plazas, ganaderías y toreros, suena como incómoda música de fondo.

Hemos descartado ya que haya una clase media de matadores de toros, compuesta como toda la vida por toreros que están creciendo, que no están para empresas mayores, que pueden vivir honradamente de esto en circuitos medios.

Nos da igual a informadores, matadores, autoridades que siga habiendo empresarios como los que han “gestionado” estos dos últimos años el Coso de los Califas. Y propietarios como la sociedad que ostenta el accionariado de esa misma plaza.

A nadie parece importar que la prensa taurina sea  pura endogamia y este controlada por los protagonistas de la misma. Nos miramos con sorna por que siempre nos quedaran los blogs y twitter, que con sus virtudes y sus defectos, no deben ser los referentes de la información.

Nadie pone el grito en el cielo porque los pliegos de condiciones de las plazas públicas sean contrarias a la tauromaquia, a su evolución, a la libertad de mercado, a la competencia, al crecimiento, ala renovación del escalafón y la lógica.

Se contempla con resignación que haya abonos que se cierran con seis meses de antelación a espaldas de la realidad y sin poder adecuarse al devenir de la temporada


Nos encogemos de hombros con un “no sirve” cuando contemplamos que desaparecen encastes que son tesoros genéticos y que hay figuras que no los ha lidiado, ni los van a lidiar nunca.

A todos nos parece normal que perdamos sitio y presencia en la sociedad. Que a  nuestros hijos en las escuelas nadie les explique quien fue Manolete. Que un electo futuro candidato a presidente del gobierno diga en tres meses  tropecientas veces que “Nunca le veremos en una plaza de toros” y no se pronuncie sobre como gestionar la tauromaquia, segundo espectáculo de masas del país

No pasa nada si en Algémesi o Tordesillas los profesionales y aficionados son insultados, golpeados, vejados y no puedan desarrollar su libertad individual en espectáculos públicos legales y legítimos. Nos sonreimos con dejadez al enterarnos que hay artistas que sufren chantaje y que se someten y claudican y no tocan en esas localidades.

No somos militantes contra marcas que presumen de no hacer publicidad en medios y espectáculos taurinos. No les pasa nada a sus cuentas de resultados por eso siguen haciendo el vacio con premeditación y alevosia a un espectáculo que interesa a muchos españoles.

Nos hacemos los tontos si TVE, la de todos, nos engaña y engaña a los toreros, si con el dinero de todos, y del toro, financia pésimas producciones que no interesan y cierra las puertas a los toros, si admite publicidad en fútbol. cine, teatro… y los toros no son retransmitibles en la plaza pero si en los encierros...

Todos callamos ante el despropósito de que los derechos de imagen de las retransmisiones televisivas no se repartan de forma proporcional

Nadie se escandaliza que los ganaderos sigan vendiendo a pérdidas sus toros y novillos en todas las plazas de tercera y muchas de segunda.

Miramos todos para otro lado al ver que los registros de profesionales siguen  creciendo de forma desproporcionada al número de festejos.

Aparece como normal que los veterinarios de las plazas aprueben o rechacen corridas de toros sin criterios zootécnicos y morfológicos


Y claro, si los defensores y salvapatrias que se postulan y crean mesas del toro y plataformas en defensa de la fiesta (del cachondeo diría yo) y se desaparecen los dineros, nadie se asusta

¿Y no paaasa nada?

Pues si pasa y a mi me duele, y estoy harto de decir que a esto del arte de jugarse la vida delante de un toro en una plaza pública le quedan tres telediarios.


Y algo habrá que hacer… entre todos…Digo yo

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