Espartaco, ovación, dos orejas, dos orejas, silencio y dos orejas y rabo en el de regalo
Andrés Romero, ovación y dos orejas.
Uno tiene que ponerse a escribir ahora, de madrugada, de un acontecimiento que le ha llegado a emocionar hasta los tuétanos, por motivos más allá de los puramente taurinos.
Este que les escribe en ambitotoros es amigo del empresario y le echa una mano en lo que puede, uno conoce a los dos protagonistas, a ese figurón del toreo que se queda pequeño frente a la grandeza humana de de Juan Antonio Espartaco y a ese hombre que está creciendo para ser figura a caballo que es Andrés Romero. ¿Amigo? Espartaco es amigo de todo el mundo. Conocer a Andrés u no querelo es imposible.
Este que les escribe en ambitotoros es amigo del empresario y le echa una mano en lo que puede, uno conoce a los dos protagonistas, a ese figurón del toreo que se queda pequeño frente a la grandeza humana de de Juan Antonio Espartaco y a ese hombre que está creciendo para ser figura a caballo que es Andrés Romero. ¿Amigo? Espartaco es amigo de todo el mundo. Conocer a Andrés u no querelo es imposible.
¿De acuerdo? Pues, sentadas las premisas, ahora les cuento que lo de hoy ha sido una tarde importante, imborrable de la memoria para los que hemos estado presentes.
Esta Pinzoniana no sabíamos que rumbo iba a tomar. Era una singladura arriesgada. No sabía nadie la deriva de estas carabelas, La de un torero que no torea desde hace un lustro, que ha sido figura, pero FIGURA sin matices y en letras de molde. La de un rejoneador que nunca quiere ser invitado de piedra. Como aquellos marineros que embarcaron en las tres carabelas a escasos metros, y esta semana se se han corroborado sitio y certidumbres, de donde hoy se ha celebrado esta pintoresca y única corrida de toros.
Luego salen los toros, un primero chico, cabrón y a por el hombre, un segundo señor toro de Juan Pedro que venía de los corrales de Almería que se entregó al mando del que manda, un tercero melocotón con cara aviesa y que se somete cuando le abren los caminos un sexto de Albarreeal que era un desertor y un sobrero que ni fu ni fa, pero en manos de Espartaco pareció otra cosa.
Y ante ellos uno que mandó en esto cuando yo debía estudiar selectividad y hasta que nació me segunda hija, Una decada de empezare en Castellón y acabar en Zaragoza, de no haber feria sin estaba Espartaco, Y ya pasado de edad, con tres hijos en edad de merecer en el tendido, rico podrido, feliz pero..., si pero con una afición tremenda y un corazón torero que se le sale por los poros. Este almirante de la mar brava se hizo con el mando no de dos toros como era la idea, no de cuatro como se acabó planteando la cosa, sino de cinco bureles de hasta tres hierros distintos.
Y entonces se empezó a entender por que este hombre mandó en esto. Su casta es superlativa, su temple es digno de estudiar por la NASA, su conexión con los tendidos no es parangonable con nada que se haya conocido en los últimos dos milenios. Y a todos le dio fiesta, a los cinco toros 5, al malo un por aquí por allá de profesional, al bueno toreándolo como mandan los cánones eternos del toreo de donde este torero mamó sus principios. Nos quedamos con la faena al imposible sexto, una lección de raza, de casta, de colocación, de torería, de simpatía y de poder, Buscar agua en el findo del pozo seco y saber encontrarla. Cumbre. Seis orejas y un rabo. El corazón de un pueblo en e bolsillo. La tranquilidad moral de sentirse torero y saberse capaz, Con aquel almirante que buscó tierra por occidente y la encontró a pesar de los desánimos y las malas mares.La generosidad natural del mostruo de invitar al sobresaliente, Enrique Martínez Chapurra, que se gustó en lances elegantes y toreros
Y en segundo y quinto lugar de esta singladura un hombre de la tierra, como aquellos pinzones palermos del XV. que no es menos que nadie y que sabe cual es el camino, que ni se afligió y que supo no ser convidado de piedra y ocupar su sitio La entrega, la profesionalidad, el paso de más y el miedo de menos. Ante sus dos enemigos dejo constancia de su fuerza mental de la altura de su cuadra y de la importancia de montar a Guajiro, con el que resolvió la tarde por la vía de la verdad. Dos orejas y a hombros con la historia del toreo.
Misión cumplida y el toreo es más grande con aventuras como esta.
PD (como el maestro Barquerito) Había dudas sobre regalar el sobrero o no. Bueno no habia dudas, la puerta grande abierta, cuatro orejas, el sufrimiento que sólo los cercanos perciben. No había motivos para echar el sobrero de Albarreal. Pero Antonio Espartaco si tenía motivos, no había visto disfrutar a ese Espartaco que él creo para ser figura, "Juan, Juanito, echa el sobrero que ese te va a embestir" Juan Antonio miró a su interior ese que su padre conoce como los pliegues de su muleta, subió la vista al palco y pidió el sobrero.
¡¡Cosas de ser Espartaco (padre o hijo)!!
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