Foto y texto Marío García |
Desde que Talavante anunciase su encerrona en Madrid con
seis VICTORINOS, todo el toreo se vio obligado a no quedarse atrás y a jugarse
aun más, e incluso a realizar otras gestas. De esta forma, Julián López “El
Juli”, ese gran torero madrileño, se ofreció personalmente a matar la corrida
de MIURA nada menos que en Sevilla. La afición no tardó en responder y las
taquillas se abarrotaron, y se levantó una gran expectación por ver la esperada
corrida. Además la gesta del “Juli”, provocó que todo el toreo se fuese a
portagayola en la Feria de Abril. Perera, Talavante, Castella, Manzanares, etc,
se vieron obligados a aceptar el reto.
“El Juli” además empezó fuerte abriendo la Puerta del
Príncipe el Domingo de Resurrección con sendos astados de Torrealta, en tarde
de lleno hasta la bandera. Todavía tenía otra tarde más, junto a Manzanares y
Antonio Nazaré con los toros de Victoriano del Río y de Cortés. Pero el primero
de la tarde, “Ebanista” de Cortés, un cinqueño con un peligro sordo inmenso, le
infirió una gravísima cornada en el muslo, la cual le mandó directamente a la
enfermería, le impidió realizar su gesta y probablemente le cortará su
importante temporada. El segundo de su lote, “Duende” fue un gran toro además y
Nazaré le cortó las dos orejas.
Esto sucedió el viernes 19, por lo que en solo dos días
había que buscar un sustituto para la corrida de Miura. La empresa pensó en
Manuel Escribano, torero de Gerena, que se había quedado a las puertas de
entrar en el cartel de la corrida de Cuadri, y cuando le llamaron la mañana del
sábado preguntándole si matar la de Miura, no se lo pensó dos veces y supo que
era su oportunidad, pues no atravesaba precisamente un gran momento y además no
toreaba en Sevilla desde 2007.
Las entradas estaban todas vendidas y cuando se anunció el sustituto
del “Juli”, hubo quien devolvió la suya, pero la corrida seguía siendo de Miura
y aunque Escribano era desconocido para la mayoría, “Rafaelillo” y Javier
Castaño siempre ofrecen un gran espectáculo.
Por fin llegó la hora, y a las 18:30, los tres espadas
hicieron el paseíllo en la última tarde de la feria. Únicamente había algunas
localidades vacías, y la plaza estaba llena casi en su totalidad, en tarde de
buena temperatura y de tiempo espléndido. Los ganaderos Antonio y Eduardo
Miura, habían mandado una corrida muy bien presentada y pareja, de unas
cornamentas astifinas escalofriantes, y de una media de peso de 570 Kg, peso
inferior al de años anteriores, pero todos con una presencia nunca antes vista
en años recientes.
En primer lugar salió el cárdeno “Mascota”, ovacionado de
salida. “Rafaelillo” estuvo muy bien con él, sacándole varias tandas a un toro
peligroso, pero que transmitía ese peligro al público. El diestro murciano, por
su esfuerzo mereció una oreja, que hubiese sido importante pero mató al segundo
intento, dejando una buena estocada y rematando con un certero descabello,
siendo obligado a saludar un ovación.
El segundo iba a ser uno de los toros de la corrida.
“Almendrero” número 34 al que Javier Castaño iba a lucir a lo grande en todos
los tercios. En el capote embistió con agresividad obligando a Castaño a pelear
por el lucimiento, saliéndose a los medios, donde logró dibujar una buena,
aunque forzada, media. Lo colocó de largo en dos puyazos que ejecutó con maestría
Tito Sandoval.
Manuel Escribano deleitó al público con un vistoso y
emocionante quite por chicuelinas. Pero el espectáculo inolvidable iba a llegar
en banderillas, con esos tres grandes subalternos que forman la cuadrilla del
diestro salmantino. Fernando Sánchez realizó una brega magnífica y el primer
par lo colocó David Adalid, quedándose parado en el centro del ruedo, citando
al toro y reuniéndose con enorme torería en el embroque a paso lento, clavando
un soberbio par. Marco Galán hizo lo propio, dio pasos hacia delante para citar
al astado, retrocedió y se reunió con el toro clavando de nuevo un gran par.
Adalid redondeó su actuación con otro gran par, escuchando la música y poniendo
la plaza en pie, y en medio de una gran ovación, saludó junto a Marco Galán y
Fernando Sánchez.
Castaño llamó de largo al toro y sobre la mano diestra dibujó
pases en redondo excelentes. “Almendrero” siguió embistiendo por ambos pitones
con fijeza, obediencia, emoción y además, nobleza. Castaño tenía una oreja de
peso en la mano pero pinchó tres veces antes de dejar una gran estocada, siendo
obligado a saludar una gran ovación.
Cuando sonaban los clarines que anunciaban la salida de
“Guindalero”, Escribano, agarró su capote y se colocó de rodillas a
portagayola, pues el sevillano iba a por todas. Se santiguó el de Gerena y el
torilero abrió la puerta, el toro salió y se paró nada más salir, Manuel aguantó
el tipo, citó al fiero astado y lo recibió con un farol, pero el toro enganchó
el capote y se lo echó al lomo, queriendo perseguir al diestro antes de acudir
al capote de un peón. Rápidamente recogió el capote y volvió a la cara del toro
y le propinó una buena serie de verónicas. Lo llevó galleando por chicuelinas
con mucha torería, y tras comprobar su calidad en el primer encuentro,
Escribano puso de largo al toro, que se volvió a arrancar con alegría al
caballo de José Manuel Quinta.
Escribano, que además es matador banderillero, brindó en el
centro del ruedo antes de clavar. Colocó el primer par de poder a poder, muy
ágil y rápido, ganando perfectamente la cara a “Guindalero” y clavando con
maestría. El segundo par lo realizó también a la perfección, dirigiéndose hacia
el toro para provocar su embestida, retrocedió girando sobre sí mismo, se
reunió con el astado clavando otro soberbio par. Pero el delirio llegó en el
tercer par. Se sentó en el estribo y sin levantarse, citó al burel al hilo de
las tablas, se levantó, realizó un par al quiebro y clavó a la perfección. Pero
se volvió a reunir con el toro, corriendo hacia atrás con el ejemplar encelado,
tocándole la testuz con la mano hasta pararlo en el centro del ruedo, y
entonces la plaza se puso en pie, entregada al valor del diestro de Gerena.
Después cogió la muleta, y planteó la faena a “Guindalero”
sin pensar que era un toro de Miura. Lo llamó desde el centro y le realizó en
pase cambiado, un pase de pecho, otro pase cambiado y finalizó con otro de
pecho. Probó primero en una tanda por el derecho, después también probó el
izquierdo, y regresó a la mano diestra. Comprobó que el pitón del astado era el
izquierdo y le instrumentó varias tandas con buenos pases al natural, antes de
rematar la faena con unas manoletinas de infarto. La faena estaba hecha y era
merecedora de un trofeo, pero mató al segundo intento y solo pudo saludar una
ovación.
En cuarto lugar saltó al ruedo “Rayito”, que demostró
bravura en el poco tiempo que duró en el ruedo, puesto que al rematar en un
burladero se partió el pitón por la cepa. En su lugar salió un sobrero del
hierro titular, llamado “Veleta”, y fue, de largo, el más peligroso y mirón del
encierro, poniendo en apuros varias veces a “Rafaelillo” y su cuadrilla. El
diestro murciano estuvo valentísimo y muy digno con este toro imposible, al que
mató de una estocada sensacional, saludando una gran ovación.
Castaño recibió con mucho temple a la verónica al quinto, de
nombre “Serón” y en banderillas de nuevo saludaron Adalid, Galán y Sánchez tras
otro magnífico tercio. Castaño comenzó la faena con aire antiguo, con pases de
pecho recostado sobre las tablas. Realizó después varias tandas por ambos
pitones, robándole algunos buenos muletazos al complicado ejemplar de Miura,
obteniendo los únicos momentos de belleza por el pitón izquierdo. Mató de una
gran estocada al primer intento, y como premio a su actuación durante toda la
tarde, dio una vuelta al ruedo a petición del respetable.
Escribano, tras haber perdido una oreja en su primero, se
dirigió nuevamente a recibir al sexto a portagayola, realizando magistralmente
la larga cambiada y realizando después el mejor y más templado toreo de capa de
toda la tarde. Después llevó al toro al caballo galleando por gaoneras. No cesó
la emoción en banderillas y el de Gerena clavó dos excelentes pares, pero el
delirio iba a llegar en la última reunión. Hizo algo nunca visto con un toro de
Miura, el par de Calafia, que inventó el maestro mexicano Rodolfo Rodríguez “El
Pana”. Consiste en clavar al violín y al quiebro al hilo de las tablas, lo que
hizo a la perfección desatando la locura tras pararlo después. Sonaron los
clarines de forma especial, por ser el último toro del ciclo, escuchando los
músicos una clamorosa ovación. La faena a “Datilero”, iba a ser cumbre. Comenzó
con tandas por el derecho dejando varios pases buenos y mientras toreaba al
natural, un aficionado cantó de manera espontánea y con mucho arte un precioso
fandango que hizo venirse a la gente todavía más arriba.
Poco después del fandango, sonó por fin la música y bajo los
acordes de “Puerta Grande”, la faena fue in crecciendo, con pases soberbios por
ambas manos y que arrancaron sentidos olés al público.“Datilero”, además, a
estas alturas de faena estaba ya entregado al toreo puro del diestro de Gerena.
Escribano remató su faena con pases ayudados por bajo propios de figura del
toreo, y finalmente se cuadró para la estocada en medio de un silencio
sepulcral en la plaza. El silencio se rompió cuando Escribano mató de un
“estoconazo” y entonces la plaza estalló y las gradas se tiñeron de pañuelos,
incluso antes de que el astado doblase. Cuando lo hizo y Escribano saludó a la
presidenta, no tardó en caer la primera oreja y poco después la segunda, pedida
de forma unánime por el público. El sector más entendido, pidió además la
vuelta al ruedo para “Datilero”, sumándose a la petición numerosos aficionados
de todos los sectores, sacando finalmente la presidenta el pañuelo azul, siendo
arrastrado el ejemplar de “Zahariche ” en medio de una clamorosa ovación con la
plazapuesta en pie.
Manuel Escribano, desconocido para la mayoría del público,
había permanecido casi en el olvido durante varios años, hasta que “Datilero”,
un gran toro de Miura, le colocó en el lugar que merecía,y salió triunfador por
la Puerta de Cuadrillas entre el clamor popular. Pero todavía le espera ese
lugar con el que sueñan todos los toreros, ese lugar que todo el que lo consigue
atravesar, sale convertido en figura del toreo: La Puerta del Príncipe.
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