Juan Moreno Toscano publicó hace años un artículo a cuenta de la feria de Abril. Por su actualidad palpitante, en este blog Javier Salamanca anda estos días enfrascado en asuntos de esta misma ganadería, por la cultura taurina que emana de sus párrafos, por la coincidencia con la afición desde una misma sensibilidad, por la magnífica cita que lo ilustra, hemos decidido publicarlo, después de pasarlo por el mueco.
Disfrútenlo, esta es la forma que entendemos nuestra afición.
Juan Moreno en un cartel caro, muy caro. |
“Los
que compadecen al toro le agravian mucho mas y peor que los que le hieren y le
matan. El único insulto para el toro es la compasión.” Bergamin
“A la ganadería que nunca existió parece ser que
perteneció el toro que propició el milagro de San Pedro Regalado, patrono de
los toreros y de Pucela. El trofeo más codiciado por los matadores en los
festejos de Valladolid lleva el nombre
del mencionado santo. La ganadería a la que nos referimos, según algunos
tratadistas, lidiaba sus toros ya en el siglo XV y dada su antigüedad “rompía
plaza”. Pastaba en el termino de Pedraja
del Portillo, provincia de Valladolid.
La ganadería
que nunca existió, según las ideas de López Izquierdo, que compartimos en este punto, es
la de Raso del Portillo. Según este investigador nunca hubo una ganadería
propiamente dicha sino lo que podríamos denominar una “denominación de origen”,
un toponimo. Así como del Raso del Portillo se lidiaban los toros que pastaban
en una zona muy concreta situada al sur de Valladolid, concretamente en
Portillo o la Pedraja. Por tanto al no
tratarse de una ganadería concreta no puede decirse, como hacen algunos autores, que lidiaba toros
en el siglo XVI y que dada su antigüedad sus toros saltaban al ruedo siempre en
primer lugar.
La ganadería que no existió, que no existe ni existirá jamás es
aquella que pueda satisfacer los gustos e intereses de cuantos se ven inmersos
en el “mundo del toro” tanto
profesionalmente como por afición. En la actualidad se habla de toristas y de toreristas con referencia
a las aficiones de las distintas plazas tanto españolas como francesas según su predilección por un determinado
tipo de toro. En siglos pasados en Madrid se distinguía entre “patateros” y gazpacheros”. Los
primeros eran aquellos que sentían predilección por los animales de
despeñaperros para arriba mientras que los gazpacheros eran los que estaban mas
interesados en ver lidiar animales de despeñaperros para abajo. La ganadería
que alcance a contentar a “Patateros” y
a “ Gazpacheros “ a toristas y toreristas, como he dicho anteriormente no
existió, no existe ni existirá jamás.
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