Emilio Silvera padre, al teléfono, Emilio Silvera hijo y el novillero extremeño Tomás Ángulo |
Pero esta situación prácticamente se repite en el mundo de los novilleros con picadores, donde han sido 155 los que han hecho el paseíllo, al menos, en una ocasión en un año donde las novilladas han descendido brutalmente por los enormes gastos que lleva consigo su organización, por la ausencia de “mirlos blancos” y ponedores – algo tan habitual hace unos años en el taurinismo español – y por la carencia de nombres que sean capaces de atraer la atención de los aficiones cuando son anunciadas sus actuaciones.
Llama la atención que más de un treinta por ciento de estos novilleros solo fueran capaces de actuar en una sola ocasión. Un total de 48 de ellos, lo que supone el 30,97%, dispusieron de una sola oportunidad de demostrar su capacidad para llegar al primer escalafón. Desde luego, con estos antecedentes, difícil será que algunos de ellos pueda alcanzarlo.
Con dos actuaciones figuran un total de veinticuatro, lo que supone poco más del 15%, pero lo más preocupante es que estos guarismos supone que casi la mitad del escalafón, concretamente el 46,45%, no han podido pasar de dos actuaciones a lo largo de todo el año.
Por el contrario, tres novilleros han sido capaces de hacer más de treinta paseíllos; otros diez lo hicieron en más de veinte ocasiones; y diecinueve actuaron en más de diez festejos. También diecinueve se vistieron de luces para actuar en más de cinco festejos mientras que treinta y dos lo hicieron entre tres y cinco festejos a lo largo de la campaña.
Muchos de estos novilleros tratarán de alcanzar el grado superior en los próximos meses buscando abrirse un hueco en la ya larga lista de matadores de toros. Pero cabe preguntarse si no han sido capaces de triunfar como novillero – y, de ahí, el número ínfimo de sus actuaciones – cómo van a poder hacerlo en el escalafón superior, al que engrosarán con sus presencias.
La frialdad de estos números nos hacen meditar sobre el futuro de las novilladas, un festejo al que los espectadores les han dado la espalda, por lo que los organizadores no se vuelcan con ellos, salvo que vengan unos ponedores que se hagan cargo de los gastos que ocasionan su celebración. Dada la situación económica, los ponedores ya no son tantos como hace años, por lo que las novilladas ya no se celebran.
Y, para ejemplo, esta misma temporada en nuestra provincia tan sólo se ha dado una novillada con picadores. Claro que si nos fijamos en la capital, nos perdemos en el tiempo para recordar cuándo se celebró la última novillada picada. De esta manera, es imposible que haya renovación en el escalafón.
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