Pasó la fuerza de la Carmen de Távora por La Merced, su luz en la noche, su impresionante acústica en el silencio, su profunda seriedad en la fiesta y su fuerza expresiva, de sensaciones, de arte, de poderío. Cautivó a los taurinos, enganchó a los dubitativos y atrajo a la plaza a gente que nunca hubiera soñado pisarla si o es para destruirla.
Y hoy, el Bombero Torero
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