Siempre nos ha dado miedo a la gente del toro la ley y el poder, los civiles siempre han venido a traer desgracias, sanciones, arrestos, problemas al final, cada vez que el poder ejecutivo ha metido mano ha sido para fastidiar, honrosa excepción de la reciente legislación andaluza, inodora insípida y bienintencionada, cada vez que alguno de los muchos diversos poderes ejecutivos se ha acercado al toro ha sido para ocupar callejones en los días señalaitos y salir huyendo casi con vergüenza el resto del año, cada vez que el poder judicial ha intervenido ha sido para demostrar su supina ignorancia de los usos y costumbres, o para dictar sentencias anecdóticas como aquella del albañil currista y el despido improcedente.
Este estado de las autonomías nos trae la diversidad y no sabemos si esto es bueno. Es claro que el mejor derecho de los conocidos, el padre del derecho moderno, el derecho romano, se basó en la concisión, la permanencia en el tiempo, la estabilidad y la unidad de interpretación procesal. No parece un valor en si mismo la diversidad en el ámbito del derecho, menos aún cuanto se trata de regular un espectáculo tan sui generis y uniforme en todas las españas, como el taurino.
Ahora la eusko legebitzarra, parlamento vasco, decide ponerse a legislar sobre el asunto. Plantea reservas, las lógicas frente a quien califica arteramente la fiesta como española, con evidente animus injuriandi, además parece que el hecho de que no se cuente con la opinión de los profesionales tampoco ayuda a darle mayor credibilidad. Hechas estas salvedades, corresponde analizar el contenido del nuevo reglamento vasco, sopesar sus virtudes y defectos y valorarlo "per se", dejando un lado las que entendamos como motivaciones espurias y malintencionadas de quien usa el toro como arma política arrojadiza contra no sabemos quien y bajo que argumentos.
Distingamos como método de estudio en la fiesta brava, tres partes, intervinientes (toro, profesionales y toreros), el público, en denominación legal postmodernista, "el consumidor de espectáculos taurinos" y la autoridad, en los prolegómenos, durante la lidia y aún a posteriori, que regula el espectáculo.
Sobre los tres aspectos se ha legislado, y en cada aspecto encontramos argumentos y motivos para el razonamiento lógico y moderado, desde la posibilidad de equivocarse y advirtiendo que conocemos el nuevo reglamento de oídas y a través de terceras personas, vamos a atrevernos a opinar sobre el asunto.
Parto de la base que no tengo una opinión irrenunciable sobre si la solución es la no regulación o autoregulación del sector frente el exceso del normas y preceptos. Me inclinaría por la autoregulación en cuanto al toro y al torero sin más normas si no fuera por...., si no fuera por que conozco a empresarios que me dan pánico, ganaderos que me aterrorizan, matadores que asustan, periodistas cuyos silencios aterran y públicos que no se enteran. Bueno una vez hecho "un millón de amigos y así más fuerte poder cantar" sigamos.
Empecemos por la madre del cordero, el toro. Pretende el reglamento vasco que su integridad sea responsabilidad de ganadero y empresa. Nos parece bien, pero, y la autoridad que permite la lidia del toro tuneao, ¿se van de rositas el veterinario y el presidente y el asesor taurino, negligentes, permisivos, o prevaricadores ? vamos a hacer recaer las responsabilidades en quien corresponda, incluidos veedores y matadores o apoderados "cuidadosos", transportistas que paran en extrañas barberías o boticas por esos caminos de Dios.
Lo del peso de los novillos hasta la media tonelada me parece más madera, creo que el error de inicio y madre de todos los desmanes está en las tabillas con el peso, o no se realiza, que sería mi opinión, o se pesa con seriedad y homogeneidad. Estamos hartos de extraños pesajes que son un ofensa contra el sentido común y las apariencias, que no siempre engañan.
Di ce el RV que el ganadero puede exigir la lidia de una res rechazada por supuesta manipulación, haciéndose responsable. Si no desea lidiarla, esa res no podrá ser reconocida posteriormente más que para un festejo de rejones.
Sin medias tintas ni gaitas, tiene razón el reglamento vasco pero se queda a medias, vamos a darle al ganadero toda la potestad sobre el ganado, hasta que salga por la puerta de toriles, que el que los cría decida lo que lidia y si mete la pata no vuelve a lidiar por los restos, c`est vraie mes amis? esto se hace tras los Pirineos y no les va mal. Todas las pruebas y análisis a posteriori, y ya sabemos Dura lex sed lex
Es tarde, toda la tarde campenado me tiene muerto, mañana seguiré con la disección del reglamento vasco, opinad si os apetece sobre lo comentado.
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