Y de Nîmes al cielo de la tauromaquia. Aquella mañana del 16 de septiembre de 2012
en el Coliseo pasó a la historia y ese
“arte efímero del vuelo” que es el toreo entró para siempre en la memoria del
alma de quienes fueron afortunados testigos.
Llevar a las hojas de un libro imágenes y sensaciones de
aquel prodigio, de aquellos seis prodigios seis, sólo pretende dejar testimonio
y rendir homenaje. Y qué mejor que Barcelona, la ciudad de la prohibición, para
hacerlo. Porque,, Barcelona y José Tomás van de la mano, la una sin el otro no
se entienden. Y viceversa.
En Nîmes fue la última corrida de José Tomás, hasta ahora,
en que la ansiosa espera por volverlo a ver de luces parece que pronto tendrá
respuesta. Y Barcelona,la plaza Monumental, cerró sus puertas ¿para siempre?
después de abrirlas a José Tomás (y sus compañeros aquella tarde del 25 de
septiembre de 2011, Juan Mora y Serafín Marín) para que salieran en hombros a
las calles mientras el gentío lloraba y gritaba libertad.
La historia taurina de Barcelona , la ciudad de las tres
plazas de toros en las que se anunciaron las más grandes figuras, la que más corridas daba, en la que más veces
toreó Manolete y la que tuvo en Chamaco
un ídolo de masas, es también, desde su presentación como matador el 4 de agosto
de 1996, la de un idilio correspondido
con José Tomás.
Quiso la casualidad que ese día abriera cartel un hijo de
Chamaco, Tono. Un bucle caprichoso de la
historia. O no.
Vuelve José Tomás a Barcelona, de la mano de una editorial
catalana y en forma de libro, en la Casa de Libro y en el Paseo de Gracia. La
próxima, ojalá, en La Monumental y de luces. Para torear.
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