sábado, 21 de julio de 2012

Triunfo de dos orejas de Juan Ramón Jiménez y Alejandro Conquero frente a Miranda, que cortó una y Pavón que se fue de vacío ante erales complicados de Aguadulce.


Cuatro toreros de Huelva en El Campillo.


Triunfo de dos orejas de Juan Ramón Jiménez y Alejandro Conquero frente a Miranda que cortó una y Pavón que se fue de vacío ante erales complicados de Aguadulce.
Media plaza en plaza portátil, 400 personas, erales de Aguadulce de buena presentación y de poco juego, primero complicado, segundo infumable, tercero se dejó por el izquierdo y cuarto más noble pero sin fuerzas.
Alejandro Pavón de salmón y oro ovación
David de Miranda de verde y azabache oreja
Juan Ramón Jiménez de verde agua y oro dos orejas
Alejandro Conquero de verde agua y azabache dos orejas.
Juan Ramón Jiménez y Alejandro Pavón salieron a hombros.
Emociona a quien escribe esto el ver a cuatro hombres de luces, todos de Huelva, de sus pueblos, de la emigración con raíces, todos con el sueño hondo de querer ser toreros. Ya empezamos  sabernos los colores de sus únicos y honrados trajes de luces.  En una especie de rito iniciático, emociona aún más, ver como las cuadrillas y las gentes de alrededor son aquellos que quisieron ser toreros en aquella década prodigiosa de los 80 en que Huelva estrenaba plaza vieja y camada nueva de toreros, cuando él que esto escribe veía los toros desde la barrera, y los que hoy andan de maestros quemaron sus sueños hasta los carbones.
Buendía, empresario del festejo, Contrerás, Carvajal, Pepe Cunquero ahora de padre de torero, el niño de  Muriel, que nunca quiso ser de oro, de tercero, Cañaveral aprendiendo el oficio, Que montón de locos y de románticos, cuanto torería onubense ayer en el duro albero de El Campillo, En las gradas los Carbonell, picadores de pro, igual que los Peralta, el maestro Parada, nuestro querido Domigo Prieto con un puñado de gentes de Trigueros que cambiaron las procesión de la Virgen del Carmen por ver a su esperanza blanca.
Emotivo y significado el brindis de Juan Ramón Jiméez al sus compañeros de cartel y de sueños y de fatigas, torero el torero de Huelva.
Luego de esto no pedirán ustedes una crítica que hable de terrenos, de espadas en su sitio, de toreros fuera de cacho o en terrenos de riesgo, de oficios o de clases.
La novillada fue muy dura en sus tres primeros toros y demasiado blanda en el cuarto, por atnto ninguno sirvió, Los cuatro anduvieron por encima cada uno en su forma y todos con gran disposición.

Alejandro Pavon se las vio con un burraco  que hizo cosas raras por el derecho desde la salida, El de Zufre. Anduvo  muy firme y voluntarioso, lo intento todo y por todos los lados,  se llevó tres revolcones, si le bajaba la mano se iba al cuerpo, si lo intentaba por arriba iba a los tobillos, poco pudo hacer el zufreño. Luego no estuvo fino con la espada y sus ganas fueron saludadas con una gran ovación
David de Miranda de verde y azabache enlotó un colorao ojo de perdiz con muchos pies de salida, tras no poder lucirse de capa empezó su faena con una serie de cambiados en el centro del ruedo. A partir de ahí poner la muleta, citar y el toro al medio viaje a por el hombre, volteretas, revolcones, pero ni un paso atrás, siempre queirendo hacer las cosas bien como si el desertor de Aguadulce fuera bueno, Faena de mas uys que óles rematada de estoconazo y oreja de ley.
Juan Ramón Jiménez realizó una faena a mas, quiso  hacer las cosas con valor y ante, Su eral  era otro marrajo que al menos tuvo unas pocas series al natural antes orientarse, El choquero derrochó casta para conseguir alguna estimable serie por ese pitón  izquierdo mas potables y con el clçasico de más de lo Núñez, hasta que el eral también se orientó. A la hora de matar se tiró sin dudas y por arriba y tumba al eral cortando dos merecidas orejas
Alejandro Conquero, al que veíamos en la tarde ayer de luces por primera vez tras verlo mucho en el campo, sorteó el novillo de menos fuerzas y más nobleza, recibió de dos largas cambiadas, ya de píe cuajo un ramillete de verónicas de mucho peso, Con la franela  mostró un concepto puro, siempre por debajo de la pala del pitón, sabiendo de que va esto. Exigente el toreo de Conquero, tanto que el eral no soporta y pierde la verticalidad frecuentemente mata por arriba y logra dos orejas de mucha fuerza.
A hombros salían dos hombres como Juan Ramón Jiménez y Alejandro Conquero cuando acababa el festejo, memorias del futuro a ciencia cierta.

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