El beso de Manolete.

La grandeza de ser torero

Sólo unos pocos sois toreros, los demás somos adlateres, chascapiedras, pelotas, tocahuevos, necios, rufianes, taurinos, cuentacuentos, aduladores, bocabiertas, y, por resumir, vulgares hombres y mujeres.

Se reconocer el sabor de mi propia derrota, de la cobarde forma de vivir sin vivir al límite. Se también reconocer el tamaño de la grandeza. Morante es grande y es torero, no todos los matadores de toros inscritos en noseque registro son toreros, no hace falta estar en el registro dichoso para ser torero, pero, si, por ventura, estás en el registro y eres torero, la grandeza anda rondando cada tarde que sale un toro por la puerta de chiqueros, o cada vez que hablas revestido de infabilidad torera, y sientas doctrina ex cathedra.

Así, dice Morante en el Mundo, que de Paula le contaban que era muy instintivo como torero, y sigue, "yo, sin embargo, he descubierto con él que el toreo es pensamiento"

Foto Sevillatoro

Y cuenta, se me salta una lágrima brava del ojo derecho, que Pepín Martín Vázquez, el torero de mi madre, del que explica que anda mayor y achacoso de esa enfermedad que hace que uno se olvide de si mismo, pues narra que le dijo ha poco al de la Puebla "De las cosas que me llevo de este mundo hay un beso que me dio Manolete" por lo visto después de una cornada (en Valdepeñas diría yo, poco antes de la tarde de Linares), el monstruo fue a visitarlo al sanatorio, que bonita palabra, y al despedirse le dio un beso de torero.

Más de sesenta años despues, Pepín Martín Vázquez se sigue acordando de las cosas importantes.

El resto, ya digo, el resto... chascapiedras, cobardes, cuentacuentos ....