Plaza de toros de Ceret (Francia). Lleno hasta la bandera. Toros de Hijos de Celestino Cuadri.
Uceda Leal: silencio y silencio.
Fernando Robleño: silencio tras aviso y saludos tras aviso.
Joselillo: silencio tras aviso y vuelta.
Jose Ignacio Uceda Leal, que se presentaba esta tarde ante la afición de Ceret, se las vio en primer lugar con un impresionante ejemplar de 600 kilos al que recogió con unas verónicas ganándole el terreno para salirse con él hasta la segunda raya. El animal, que ya se echó cuando el torero remató la primera tanda, acusó el exceso de romana, por lo que el trasteo fue más bien breve, matándolo de un estoconazo en todo lo alto.
Fernando Robleño, a quien el público ha obligado a saludar tras el paseíllo, remató con media y una larga en la boca de riego su saludo al segundo. La faena de muleta la comenzó por abajo para llevarse enseguida el engaño a la zurda para dibujar algunos naturales de muy bello corte intrumentados a ralentí. Hizo las cosas siempre despacio, muy bien y con mucha verdad, pasándose, ya con la muleta en la diestra, los pitones muy cerca de la taleguilla. Sin embargo, su mal uso de la espada le privó de pasear un trofeo al que se habiía hecho acreedor.
Tras comenzar con unos doblones, Joselillo se fue con el toro a los medios, donde intrumentó dos tandas de templados naturales al colaborador animal, bajando el tono de su actuación cuando se llevó la muleta a la diestra. Necesito cinco pinchazos y mas de media para terminar con la vida del morlaco.
El cuarto tuvo un comportamiento reservón y embistió con brusquedad, no consiguiendo Uceda, tras una discreta labor, acoplarse con el animal al que mató de una estocada casi entera en todo lo alto, fallando repetidas veces con el descabello.
Fernando Robleño ha armado un auténtico lío ante el quinto, un ejemplar de impresionante y seria estampa que con sus 620 kilos remató de salida con violencia en varios de los burladeros. Tras unos iniciales doblones lo toreó con poderío, temple y relajo especialmente con la diestra. Mató de más de media desprendida y cinco descabellos, perdiendo así de nuevo los trofeos.
Al que cerró plaza, un animal que se dejó, empezó Joselillo pudiéndole y sometiéndele por abajo, para cuajarle una muy entonada labor en la que hubo buenas tandas por ambos pitones. Pinchó al primer intento, siendo prendido en el segundo viaje y fallando a la hora dedescabellar.
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