martes, 16 de octubre de 2007

JUAN ANTONIO CARBONELL










JUAN ANTONIO CARBONELL
MIDIENDO BRAVURAS EN LA PIEL DE TORO.
ES PICADOR DE LA CUADRILLA DE SALVADOR CORTES.


En esto del toro pocos están donde soñaron en sus principios. La gran mayoría de los banderilleros intentaron ser toreros, casi todos guardan un cartel donde su nombre brilla al lado de alguna figura y el nombre de su terruño. Un muy alto porcentaje de los matadores creen merecer un lugar de más alto reconocimiento en el Cossio y en el escalafón. Mozos de espada, apoderados, ayudas, veedores, capitalistas, empresarios, periodistas, incluso muchos aficionados no sueñan, no soñamos (aclaro), otra cosa que vestirse de luces y pasarse un toro por la taleguilla ante diez mil personas, “aunque sea una vez en la vida”.

Ellos no. Son de una raza especial. Son lo que siempre han querido ser, picadores de toros bravos. Visten de oro, callan con el silencio de los sabios y hablan con la cadencia de los místicos, una “rara avis” del mundo del toro Ellos nacieron encima de un caballo, mamaron el mismo calostro que el ganado bravo, ayudaron a parir a alguna vaca el becerro que después vieron hacerse toro y acabaron picando.

Juan Antonio Carbonell no puede recordar la primera que cayo a horcajadas sobre el lomo de un caballo, sus primeros recuerdos se mezclan con los de su padre y en la nebulosa lo recuerda vestido de monosabio en la Maestranza. No puede olvidar los primeros paseillos en la Merced ejerciendo de aguacillo, impúber y nervioso. El salto a picar toros era casi una obligación, tentó pronto en el campo, conoció querencias, adquirió maneras, templó nervios y comprendió que su trabajo siempre es para otro: hay que enseñar el toro al ganadero, que lo vea, que descubra mansedumbres y perciba la bravura, que “cante la gallina”, que sepa hacer ver cuando la becerra va de mentira y se duerme en el peto o cuando aunque es tarda es fija y enrazada, esperar paciente por que lo de este encaste se viene arriba a partir de la segunda vara. Se hizo un profesional y pronto fue reclamado por los toreros de la tierra, Barroso, Silvera.

Hace varias temporadas dio el salto de calidad y se enroló en las filas de un joven novillero sevillano, hijo de Luís Mariscal, que apuntaba maneras y dio un aldabonazo en Sevilla el día de su alternativa, que confirmo semanas después en el Corpus. Tardó en romper este Salvador Cortés pero por la vía de las sustituciones en principio y a base de aldabonazos en plazas de prestigio se consolidó como una figura del escalafón. El éxito del matador fue el éxito de la cuadrilla y su prestigio fue en aumento, después de dar dos vueltas a la piel de toro, toreando con las primeras figuras a quien, como no puede ser de otra forma, acompañan los primeros palos de entre los varilargueros, se ha consolidado este excelente remontista como un picador seguro, sobrio, largo y profesional. Mete a los toros en las cuerdas sin alharacas, no tiene que rectificar y si lo hace no lo enseña, ahorma la embestida con mano de seda y para la agresividad con guante de acero.
Cruzando España del Odiel al Ebro.
Esta semana hemos gozado del placer de acompañar a esta gran familia trashumante que es la cuadrilla del Matador Hispalense Salvador Cortés. En la mañana del sábado ha picado en la ganadería de Manuel Ángel Millares, tras breve siesta en su casa panturrana, marcha en su propio coche a casa del matador donde la madre del torero ha preparado una merienda consistente: pescado frito y otras ricas viandas que el grupo disfruta con fruición. El coche cuadrilla es un abigarrado universo móvil. Chofer, mozo de espadas, el padre del matador, ayuda, tres banderilleros, dos picadores y un curioso personaje de la ciudad de la Alambra, Antonio Haro, un partidario que diría el clásico, que acompaña en esta singladura a nuestros protagonistas. Esta cuadrilla es joven y sencilla, la unen fuertes lazos familiares, tíos sobrinos y amigos íntimos, cuadrilla sana y de amistad sincera, donde dejó poso también otro onubense como es Raúl Corralejo, miembro de ella hasta hace unos meses.
Ruta de la Plata adelante marcha al norte, tres literas donde en constante duermevela reposan por turnos en una taurina forma de camas calientes, el resto, charla variada desde el fútbol a los toros pasando por la política, la radio de fondo para cubrir silencios y tapar cabezadas. Paradas calculadas y mil veces reiteradas, donde son bien recibidos por aficionados y donde estirar las piernas y disfrutar del buen yantar y vuelta al coche: Carretera y Manta
Llegada matutina a Pamplona, la cuadrilla quiere correr el encierro pero sólo lo hace el matador acompañado de su hermano, Luís Mariscal, que lo acompaña como lidiador. El día lo ocupan entre la obligada inspección a los Corrales del Gas, visita a la plaza, la comida, la bendita siesta y acudir a la corrida pamplonica como espectadores de miedos ajenos. La cena en cuadrilla es frugal, algo ligero y mucha “Coca Ccola Light” la docena de hombres del toro conversan, bromean y se retiran pronto .David un monstruo de la logística ha preparado todo Los picadores duermen con el tercero, los lidiadores juntos, el matador con su padre, mozo de espadas y ayuda, chofer y apoderado en otra habitación.

La mañana de la corrida está llena de costumbres, ritos y tradiciones, amanecer ni tarde ni temprano, paseo largo hasta los corrales de la plaza, solo un lidiador entra a enlotar, Mientras Carbonell y Agustín Panduro ven la cuadra de picar, ya la conocen, no en vano torean mucho por el Norte, ponderan pesos, descubren carácter y eligen caballos, por un momento más parecen chalanes que picadores. Hacer lotes de toros leva su tiempo, un detalle desnivela la balanza, un derrote clasifica, una mirada cómplice es un tratado de tauromaquia. Conocen las reatas, separan los hermanos, los pelos, lo tipos, …una labor de peritos en pormenores. Papeles al sombrero del mayoral de FuenteYmbro y la suerte está echada. El sorteo depara el 24 y el 116 uno grande fuerte y con cara y otro más bonito, los picadores como hombres de campo y conocedores del ganado bravo, llevan a cabo una labor importante Juan Antonio y Agustín son consultados, “echa al 24 por delante”, charlan con las cuadrillas de los otros matadores de la tarde, gestos solemnes, caras afiladas, ya están en capilla. Vuelta al hotel, información al matador del sorteo y frugal comida en tensión. La temporada no va bien, no hubo suerte en Sevilla ni en Madrid, la cuadrilla sabe de la importancia de esta corrida con las cámaras de televisión para toda España, la responsabilidad provoca silencios.. Nuestro protagonista se empieza a vestir a las cinco, el rito de los ritos, se ayuda con el otro picador, todo es parsimonioso, ritual, bellísimo, chaquetilla turquesa y oro, la de las ocasiones importantes. Siguen los comentarios breves, los justos, se hablan entre las habitaciones para bajar juntos y suben a la furgoneta cariacontecidos.
Pamplona es una fiesta, en el trayecto se oye a las peñas con sus charangas. Se dan ánimos entre ellos, la boca seca y los nervios a flor de piel. Cierran cartel, hay que esperar dos toros, en los que no pasa nada importante, hasta que sale el tercero, que corresponde en suerte picar a Carbonell que espera caballero de caballo cruzado en el patio de cuadrillas viendo los primeros pasos del toro en el ruedo, intentando descubrir querencias y derrotes del burel, después de los lances de recibo sale al ruedo, la plaza es un jolgorio pero Juan Antonio va concentrado, le enseña el pecho al toro que se arranca presto y lo pica con conocimiento, en el sitio justo, para ahormar la embestida, descolgarlo y frenar sus impulsos, lo vuelven a poner en suerte y remata la faena dándole lo justo. Descabalga en el patio de cuadrillas y quiere volver al callejón por que sabe que hay material para que el torero de la vuelta a la tortilla de la temporada. Y tanto, dos orejas clamorosas paseará el matador. Nuestro amigo está eufórico, no aparecerá en ninguna portada pero el se sabe. lo sabemos, protagonista máximo de lo que sucedió en el coso de la misericordia.
Tras cortar otra oreja Cortés sale a hombros, el peregrinar hasta la furgoneta es una locura, la vuelta al hotel es un clamor, Antonio Haro llora, la cuadrilla está eufórica, la tarde se redondea cuando la empresa les ofrece la sustitución de El Fandi para dos días después. En la cena posterior hay incluso alguna copa. Misión cumplida.

Nos separamos del joven picador, formal, campero, familiar y grave. Si la juventud es una enfermedad que se cura con el tiempo, el la ha padecido de forma leve, su madurez asombra y sus veintiocho años vaticinan un lugar destacado entre los otros hombres de oro.

2 comentarios:

Antonio Haro dijo...

Por fin te encontré Javier! Soy Antonio Haro, tu artículo permanecerá enmarcado en mi casa hasta que Dios se acuerde de mí. Gracias, un abrazo!.

Antonio Haro dijo...

Por fin te encontré Javier! Tu artículo permanecerá enmarcado en mi casa hasta que Dios se acuerde de mí. Gracias. Un abrazo.

Haciendo hilo

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