Esta singladura me enseñó que los inicios dan miedo que los finales son tristes que la verdad está en el camino |
Me iría menos triste si supiera que en este tiempo de 8 años no hubiera dicho ninguna mentira, ni hubiera soltado demasiadas tonterías y no los hubiera aburrida. Como, además de inseguro, debo ser mala persona, mis tristezas dolerían menos si supiese que a alguno de ustedes también les duele este adiós
Hoy no es un día feliz. Se cierra el sueño de hablar para ustedes de cosas de toros, de explicar naturales prodigiosos de muñeca rota y largura sin fin, de llevar a sus mentes la bravura indómita y agreste del toro en el campo, de contar un cotilleo sano (o insano), de descubrir la verdad detrás de una mirada en una entrevista, de despertar vuestro interés, de conseguir vuestra sonrisa, de lograr vuestro cariño. Si, yo soy de esos idiotas que escribe para que le quieran, ("para que te quieran matar algunos", dice mi compadre. pues también para eso).
Esta es la historia de un fracaso, de otro fracaso, no he sido el que mejor ha hablado de esto, ¡más quisiera!. Me cerraron el periódico, se fue la tele, huí de los portales especializados. No hay color en la taquilla de los amigos. La radio y este sitio web en forma de modesto blog de provincias era lo que me quedaba. Hoy se acaba el blog, no habrá más entradas. Contento en mi tristeza, riendo de pena, como se llora de alegría, de haber estado por aquí. Me voy con menos de lo que vine en lo material. Me voy rico de esto, palmado, pero millonario de la gente más grande que conoceré nunca: la gente del toro, desde el héroe de luces al empresario que ejerce de bandolero romántico, desde el banderillero de oro al aficionado que enloquece cada día un poco. Mis admirados ganaderos... Mis compañeros periodistas, ese Emilio Trigo, que siempre supieron ser condescendientes con este largón sin titulo, sin padrinos, sin literatura y sin vergüenza.
Es verdad que he hecho lo que he querido, por derecho y sin pesebres, que me he entregado, que mi compromiso moral con los 3000 que cada día pasabais por este nuestra casa me obligaba a colgar al menos cuatro entradas al día, unas mejores, otras peores. Presumo que he tenido los mejores amigos, los mejores lectores. No he querido hacer daño, tampoco lo he evitado, si he molestado, pido otra vez perdón, sólo trataba de contar mi verdad. Sabéis que ahí estará mi teléfono, si Movistar consiente y lo puedo pagar, mi correo y siempre mi persona para cuando necesitéis de este pobre perdedor que siempre gana cuando lo da todo. Otros proyectos vitales vendrán que no creo que a estas alturas de la vida me hagan ni rico ni mejor hombre, pero ojala que me enriquezcan tanto como lo ha hecho la tauromaquia.
Me voy orgulloso por haber hablado para ustedes los últimos 20 años de mi vida de la fiesta brava, la verdad más grande de un mundo mentira, casi la única verdad que encontré fuera de las puertas de mi casa, de mi gente y de mi corazón. Me voy enamorado del toro por que he visto crecerse en el castigo a uno de Cuadri que luego humillaba como un bendito demonio listo y he sentido torear a Ordóñez de salón y a Curro a media altura como si estuviera en el salón de mi alma. Me voy loco de esto por que he visto a Ojeda parar el toreo y a José Tomás estatualizarlo y a Rincón triunfar a mascadas delante de un toro bravo.
Me voy sin querer irme por que tendría que contar como Miranda abre una de las puertas grandes del toreo. Me voy con pena sin remedio por que ya nunca veré torear a Manolo Cortés. Me voy orgulloso de Espartaco, de Juli, de Parada, de Contreras, de Litri, de Cutiño, de Curro, de Prieto de la Cal, de Montoliú, de Tejero, de Guardiola, de Jorge Buendía, de Escobar, de Gerardo ... de todos los grandes que han pasado por mi lado y me han dado su cariño.
No quise ser obediente, ni portador de más verdad absoluta que de mi verdad, sólo aspiré a ser un pobrecito contador, sólo jugué a ser el glosador de la grandeza de un arte y de una gente que se me metieron en el corazón. Yo puse los limites de la objetividad donde empezaba la amistad y los de la verdad donde empezaba el petardo. Para mi quedan los ratos de campo, plaza, barra, mesa, sobremesa y conversadera, los mejores fuera de mi familia, para mi queda el cariño de los mejores, he disfrutado de la grandeza del toreo, me habéis dado un sitio que quizá nunca supe honrar. No voy a intentar una guía de agradecimientos, me niego a dar nombres de amigos del alma, vosotros sabéis quienes sois y a mi no me cabe duda. A los que me tienen por enemigo, creo que tres, decirles que yo no los tengo por tales, que nunca los tuve a pesar de mis criticas, que aquí estoy siempre para arreglarlo con la palabra y, si no puede ser, siempre nos quedará la violencia física, ya me sabéis enemigo de la violencia psicológica.
No vuelvan luego, no repitan mañana. Ya no estaré por aquí. No me lo pongan más complicado. Me costará un mundo no ser el primero en dar los buenos días toreros, en querer contar el último cartel o en poner la foto con alma. Como el hombre es animal de costumbres y sentimientos, se que habrá noches como esta en que me sentaré de nuevo delante del teclado para contarles cosas, espero que La Virgen del Rocío me guíe y cuando me de cuenta de que ya no soy ambitotoros, me de fuerzas para levantarme como me estoy levantando ahora y sepa tragarme las palabras mirando por la ventana y sabiendo que me fui por que me echan, por que no hay color para mi en la taquilla, por que no me llaman y si me llaman no me dan lo que yo pido. Me voy de la única manera que se van los toreros que nunca reaparecen: sabiendo que ya me queda menos que aportar que lo que pudiera llevarme, y esperando una oferta de esas a las que no se quiere decir que no
No soy Trueba ni Vargas, y nunca me llevaré el óscar o el nobel, ni tengo tan poca clase como para recibir cualquier otro premio con que ninguna desesperada organización este dispuesta a premiar a alguien como yo, pero como la frase me ronda la cabeza desde hace diez minutos, como yo si que creo en Dios pero además creo en Manolo Cortés y en Fernando Cuadri, que no inventaron esto, pero lo hicieron grande, os doy las gracias a ambos por que siempre tenéis razón
Y a todos ustedes, de corazón, gracias por haberme soportado. Han tenido su merito. Ahora a tirar del carro otros, que esto no debe morir.
Francisco Javier García-Baquero Merino