sábado, 4 de octubre de 2014

Veterinaria y tauromaquia

El abajo firmante pasó a mediados de los 80 tres años en la facultad de veterinaria de Cáceres, con poco éxito académico, pero enorme en otros ordenes de la vida que son inenarrables en este foro,

El bar de la "facu". Lo peor para los antis no es que
haya carteles de toros.
¡¡¡Hay una bandera nacional!!!
Ya existía entonces la diatriba entre los veterinarios taurinos, los neutros y los antitaurinos. Bien en el aula, el bar de la facultad o en los chiringos de la Plaza Mayor entre macetas de cerveza y submarinos se desataba continuamente la discusión, largas horas argumentando (de ahí lo que me cansa el tema anti, "si ya se que tenéis razón, pero no me toquéis los.... toros continuamente").

Un@ veterinari@s es un profesional que se encarga, entre otras muchas cosas, del bienestar animal. Desarrollan su labor los albeítares en los mercados de abastos, en los criaderos de ocas, en las OCAS,  en las explotaciones de bravo, en las ganaderías equinas...,

Mis compañeros de estudios (ellos si estudiaba luego de La Madrila)  me cuentan de sus trabajos y su día a día. Desde capar gatos, a vacunar tiburones, desde sangrar cochinos o inspeccionar la salubridad de los bares a rellenar interminables formularios, desde extender guías de transportes de  avestruces a inspeccionar granjas de conejos o analizar quistes de triquina en los guarros de as monterías...

Unos pocos privilegiados viven de los que nos gustaba a la mayoría, "del campo", en explotaciones extensivas de manso o de bravo. Estos son en su mayoría aficionados a la fiesta brava.

Hay colegios veterinarios que entregan premios con motivo de las corridas de su ámbito de actuación y ese mismo colegio tiene un grupo de profesionalices abanderados de la abolición de la fiesta brava. Nunca ha habido problemas.

Me decía un amigo veterinario cuyo hijo estudia ahora en Córdoba que este le cuenta como cada vez son menos los jóvenes futuros veterinarios aficionados, que se sienten perseguidos y mal vistos en las diversas actividades de la universidad donde sale a colación su afición. Una muestra más de como perdemos sitio en la sociedad.

Ahora en la facultad de veterinaria de la Complutense se suscita la polémica por que hay carteles de toros en el bar. Se recogen firmas para eliminarlos por que atenta contra la sensibilidad de que quienes estudian para mejorar el bienestar animal.

Ojú, compañeros de fatigas, por esa línea os veo en el paro al 98.5% de vosotros en muy poco tiempo. Supongo que después vendrá cerrar los zoos, las granjas de chinchillas, las clínicas capadoras, los mataderos, los picaderos, los puestos de pescado del mercado, y ya, puestos a cerrar, cerremos los bares donde ponen callos y gallinejas. y las OCAS quedaran para los perros (por supuesto sin capar) Y los gatos (Sin cortarle las uñas)...


Os dejo la noticia de El Pais



Taurinos en el bar de Veterinaria

Parte de la clientela recoge firmas para que no se cuelguen carteles de lidia en el espacio académico donde se enseña a curar a animales



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La cafetería de la facultad de Veterinaria esta semana. / CLAUDIO ÄLVAREZ
Más de un alumno de primero de Veterinaria exclama al entrar por primera vez en la cafetería de su facultad: “¿Pero es una broma, no?”. No se explica cómo el bar parece más una peña taurina que un espacio universitario, pues carteles de las ferias de San Isidro cuelgan de sus paredes. Y más en el lugar donde comen los estudiantes que aprenden a curar a los animales, si bien muchos sienten pasión por la tauromaquia. Una división que ha llevado a un grupo de profesores y discípulos, comandados por la Asociación de Veterinarios Abolicionistas de la Tauromaquia y del Maltrato Animal (AVATMA), a organizar una recogida de firmas para exigir su retirada. Y ya van más de 1.500. Si llegan a las 4.500, las llevarán al rectorado.
Hace 14 años que Julio, el gerente del bar, comenzó a colgar los carteles por iniciativa propia. Han pasado desde entonces tres concesionarias que no han puesto ningún impedimento a que plasme su pasión taurina. “Lo hago porque me gustan los toros, pero si el decanato o el rectorado me dice que lo quite, lo haré”, cuenta afable y sin ganas de polémica. La Complutense, por su parte, sostiene que la concesionaria no incumple la legalidad.

Si el rectorado me dice que lo quite, lo haré", dice  el gerente del bar
“Es crear polémica donde no hay. Algo más habrá detrás. Son fotos bonitas en las que ni me fijo porque no me gustan las corridas”, opina Juan Carlos Illera, cuyos estudios clínicos amparan a quienes argumentan que el toro no sufre en la plaza. Los veterinarios de campo son más favorables a la lidia que los de animales domésticos, impulsores de la campaña.
José Enrique Zaldívar, que ha impulsado la iniciativa en change.org, reconoce que la clientela está dividida. “La tauromaquia está muy asentada entre los veterinarios. En toda corrida tiene que haber un profesional que cumpla varias funciones. Digamos que estamos cincuenta-cincuenta a favor y en contra, pero las nuevas generaciones de estudiantes son cada vez más antitaurinas”.
La fuerza de los amantes de la lidia es incontestable. Este mes la Asociación de Veterinarios Especialistas Taurinos (AVET) celebrará su congreso mundial en Logroño. En el coso estos profesionales comprueban que las reses no hayan sido afeitadas o velan por el buen estado de salud de los animales —incluidos los caballos— desde tres días antes.

Es como si un médico está de acuerdo con que se maltrate a las mujeres
El debate del bar se arrastra en el tiempo. El profesor Miguel Ibáñez, director del Instituto de Comportamiento Animal, en 2011 habló del tema con el decanato que le remitió el rectorado. La Complutense le aseguró que la concesionaria tiene libertad de decorar el local como quiera. “Es humillante para nuestra profesión que, quienes más sensibles deberíamos ser hacía los animales, permitamos dentro de un centro de formación promocionar así un espectáculo cruel cómo es la denominada Fiesta Nacional. Los veterinarios deben ser, según nuestro código deontológico, garantes del bienestar animal”, escribió Ibáñez en su carta a Vicegerencia de Asuntos Generales.
En esta ocasión Ibáñez, que sigue prestando su apoyo a la causa, ha querido tener un papel secundario, no exponerse más. Aunque sigue sin entenderlo: “Es como si un médico está de acuerdo con que se maltrate a las mujeres o a los niños”, argumenta el profesor.

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