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jueves, 11 de abril de 2013

¿Lo sabrán ellos?


Plácidamente amanece en Comeuñas, se desperezan al primer vuelo los gorriones, se abren despaciosas las azulonas flores del almoradux y las blancas lacias de la jara, despidiendo la escarcha suave de la noche de Abril. El vuelo multicolor y estridente del abejaruco marca el instante en que empieza la vida en la dehesa.

Les da reparo a las roncas voces de los mayorales romper el silencio sagrado de la dehesa. Aparejaron en penumbras a las nobles jacas que ahora mueven el mosquero acompasado, es el último repaso al cercado de Sevilla. Algo suena a nostalgia en el canto de la alondra mañanera. ¿Que sabrá ella que todo lo calla cantando?

Impone el mugir cansino de la torada, la del 9 en la paletilla, la de Sevilla en el destino, la de la H en los ancestros. Rumian bajo el majestuoso quercus que les sirvió de refugio. Mecen la badana por el alto pasto que les empapa los escrotos. Son nueve, siempre anduvieron partidos en grupos, hermanados siempre Lijador y Comerciante. En collera el 52 Pleamar con el 16 Embrujado, que a veces se juntan con el 36 Poseido pero nunca con Tachador. Ellos saben sus querencias, sus terrenos, su sitio. Tienen sus dormideros y sus rencores repartidos y expuestos. Nunca, desde que niñeaban de erales, se volvieron a mirar bien el Matancero y el
Comerciante, hijos del mismo semental, el patriarca Aviador, nunca desde que se enzarzaron una mañana de Agosto en que las hormonas les pedían guerra.   

¿Conocerán los toros su destino, pudo algún  ancestral instinto haberles indicado que ya está cerca su hora? ¿Podrán descubrir los bureles presagios donde los hombres sólo vemos tierra, agua, fuego o aire? Quizá la rueda de liebres significa algo,  o el sentido del circular vuelo tenso de águila que parte el cielo, o la forma en que esta mañana les habló el vaquero…

Callaran esta mañana las voces de vaqueros y mayorales en la última alborada, ensimismados en lo suyo. Ahora sólo queda el embarque, otro trasiego, el camión y luego el viaje más largo de su vida, el único para casi todos. Los corrales estrechos de Sevilla. Las gentes del toro, los que saben ver, los que dirán si son guapos, si son dignos, como en un ignominioso concurso de mises, los que marcaran su destino.

La suerte, la buena suerte, la mala ventura, dictará su última hora, su orden, su torero, su destino, su recuerdo. Luego el silencio pesado de la espera, el toril de piedra, el olor a siglos de otros hermanos de bravura, de otros encastes de leyenda. Esperando, pacientes, mudos. Y entonces se abrirá la puerta de la verdad, la que separa los chiqueros de la plaza de toros más bella del mundo. La que hace de barrera entre lo privado de su vida de toro y lo majestuoso de su gloria de Dios de la tauromaquia. La gloria, que todos merecemos, de tener quince minutos para enseñar lo que llevamos dentro, como somos, de quien somos. La gloria de morir entregando la bravura. No hay más homenaje de respeto al toro bravo que recordar su nombre, aquellos que fueron y se recuerdan, Choquero, Lirio, Aragonés, Tratante, Clavellino, Comino, Revisor…No puede honrar de otra forma un toro a su encaste que quedando en la memoria de los aficionados
Los genes de la vieja historia ganadera de Comeuñas impele ahora a mostrar su raza, sus genes, su historia, dignificar la H de sus ancas, el esfuerzo de una raza de ganaderos, honrar a los viejos que han sido. A aquel don Celestino que no conocieron, al mayoral al que una mañana del pasado otoño dejaron de ver en la teórica, a los viejos sementales de Urcola, a las vacas santacolomeñas que fueron sus abuelas.

Sólo queda honrar un concepto, ¿Sabrán ellos que es el momento de salir con pezuña dura y rápida, acometer en el caballo, querer coger la muleta por abajo, meter miedo, exigir verdad y sitio a su torero, no abrir la boca y morir, callando en el centro de la plaza, que se va un toro bravo? ¿Sabrán ellos que su sacrificio honra a una forma de entender la vida, de entender el campo bravo y de ser ganadero? ¿Sabrán ellos que su sola presencia en el Coso del Baratillo es un homenaje a los aficionados que entienden la fiesta de una determinada manera? ¿Sabrán el significado de la palabra valentía, riesgo, matador, paso alante, cargar la suerte? ¿Sabrán los morlacos que pueden matar a quien quiere triunfar delante de su casta? ¿Sabrán que se pueden encumbrar ambos al olimpo del torero, que es el recuerdo de la historia, en un dupla de leyenda? 

Lo sabrán, claro, por que los toros bravos leen cosas en la naturaleza y en la cara de los hombres que a los humanos sólo nos parecen vuelos de rapaces,  sombra de encinas y rasgos de personas.

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