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viernes, 7 de octubre de 2011

La verdad y la dureza del toreo.

Cuando un terrible percance mantiene a todo el orbe taurino pendientes de nuevas noticias del estado de salud del agurrido matador Juán José Padilla, se me viene al pensamiento, la imagén de Padilla con sus hijos, embelesado, orgulloso y feliz ante las cosas de los crios.
También se me viene a la memoria, la casta de este torero en dos situaciones que viví de cerca, una fué en el debut, de toda la cuadrilla que componiamos en el año 2005 con un matador de toros, ante un corridón de toros de Victorino en Logroño, ver esa serenidad impresionaba, observar su tratamiento hacia los noveles, fué ejemplar y comtemplar la capacidad lidiadora fué algo imborrable.
Como también fué verlo aguantar en Granada, con una cornada pegada en su primer toro, como imperterrito se mantuvo en el ruedo hasta matar su segundo, esperando incluso la merienda del respetable.
De admirar tanbién su Fe en sus creencias, no es dificil adivinar en que plaza ha toreado Padilla, tan solo es necesario entrar en la capilla y ver esa foto de un monje de color que un día fué santificado con el nombre de San Martín de Porres, al cual Juán José le tiene gran admiración y devoción.
Ahora, en estos duros momentos, en los que todos presumen de su admiración por el ciclón de Jerez, es cuando más me indigno y más asombro me causa.
Un torero excéntrico con pureza, al que a buén seguro de haber nacido en La Puebla, esas excentricidades no serian tales, sino serían genialidades de un artista bohemio y soñador.
Al igual que si hubiese sido otro, el que se enfrentase al rancio 7, no sería tachado como en su momento fué Juán José.
Ahora más que nunca nos gustaría ver pronto a Padilla, con sus vestidos personales, su montera de machos grandes, semi liado en su capote de paseo y atravesar el ruedo de este hospital, para despues de cortarle las orejas y el rabo, a este toro que está lidiando ahora y verlo saborear el más rico habano que jamás haya probado.
Por sus hijos, su mujer, su familia, por usted.... porque está pesadilla sea lo más pasajera, seguro que pronto nos está dando lecciones del toreo, de la vida y del amor fraterno.
Que la Virgen de La Estrella le guie e ilumine en estos duros momentos maestro.

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