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miércoles, 24 de septiembre de 2014

Bueyes vascos con Speed. ¿Sigue sin sonarle esto a nadie de nada?

Al hilo de lo publicado en ambitotoros hace unos días, nos manda un amigo veterinario el siguiente texto que firma MIKEL SEGOVIA en El Mundo

No fue la carga de casi 2.000 kilos que arrastraban la que los mató. Ni el exceso de esfuerzo o la falta de entrenamiento. Tampoco los golpes con el akulu, la vara con un punzón de 11 milímetros con la que les azuzaban. La muerte les rondaba por las venas antes de iniciar las idas y venidas sobre la vía de piedra romana. Los dos ejemplares, imponentes, de entre 700 u 800 kilos de peso, debían lucirse en las fiestas del pueblo, en los Andra Maris de Erandio. La tarde del 16 de agosto aspiraban a ser la pareja estrella de la exhibición de arrastre de piedras con bueyes que acogía el municipio vizcaíno. Cuando les llegó el turno parecían aturdidos pero comenzaron a tirar con fuerza. Al principio la piedra resbalaba con facilidad, como si no pesara, un largo o clavo -28 metros- tras otro.

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Los animales ocultaban un secreto y ellos lo sabían.

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Apenas una hora después de desplomarse, los dos bueyes morían a la vista de todos y al parecer con el corazón reventado. Lo hicieron apenas con tres minutos de margen.
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Las pruebas de laboratorio han confirmado que se les inyectó speed -anfetaminas-, según la Diputación de Vizcaya. La dosis podría haber estado adulterada o habérseles inyectarles una cantidad excesiva para su peso.
Ha sido la gota que ha colmado un vaso que hace tiempo que está colmado. El pasado mes de abril en Llodio (Álava) otro animal fallecía tras una prueba, poco después de habérsele inyectado una sustancia para incrementar su rendimiento.
Antiguamente bastaba con estimular a los animales con pequeñas dosis de cognac, café o aspirina. Funcionaba. Pero la rivalidad llevó a buscar productos con mejores resultados. Se comenzó por instalar carpas para vigilar desde la víspera que nadie manipulaba al animal. Ese celo se fue relajando. Ya ni se instalan y no es extraño ver a plena luz del día cómo se inyecta a un buey antes de la carrera. El speed, las anfetaminas, no es el único producto. La fenilbutazona, para aliviar lesiones; la pentoxicilina, la dromostanolona, el butorfanol...
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El entorno de las pruebas de bueyes es pequeño. Todos se conocen. Son un reducido círculo de promotores, entrenadores, veterinarios y responsables políticos. Se ven en todos los eventos deportivos, conocen a los animales, su potencial. No se juega por dinero: pesa más una mezcla de afición, orgullo y envidias. Los premios, de apenas 1.200 ó 1.500 euros, no dan para vivir de ello, ni siquiera para el mejor. El coste de comprar los bueyes -hasta 15.000 euros la pareja-, mantenerlos y transportarlos no dibuja un negocio rentable.
Ahora afloran algunos arrepentidos. Lo reconocen sin tapujos: «Sí, yo he drogado y ahora a veces drogo a mis bueyes, pero no me queda otra, todos lo hacen y si yo no lo hago...». Quien lo afirma es Iñaki Lopategi, el verdadero número uno de este deporte. En el pasado no jugó limpio y fue sancionado. En su currículum no sólo pesan multas por dopar a los bueyes sino también por falsear la ficha con los datos del animal para participar en una prueba. «Por eso me pusieron una multa de 62.000 euros», recuerda, que con la demora en el pago y el abogado le supuso un desembolso de 82.000. Pero Lopategi está dispuesto a acabar con esto: «O todos sucios o todos limpios», resume
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Los más viejos del deporte afirman que son apenas media docena de personas las que mueven las sustancias del dopaje. Lo hacen asegurando que no dejan «marca». Fundamentalmente en Vizcaya pero también en Guipúzcoa. La moda comenzó hace menos de 10 años, influidos por lo que llegaba del mundo de la hípica. Por apenas 300 euros se puede dopar a dos bueyes.
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Teóricamente en cada prueba se realizan controles antidoping. Les corresponde a las diputaciones forales llevarlos a cabo. Pero tanto desde la Federación de Herri Kirolak -que agrupa a 18 modalidades, entre ellas el arrastre con bueyes- como algunos promotores, aseguran que no son eficaces. Afirman además que desde fuentes cercanas a la Diputación salen a menudo soplos sobre dónde acudirá el veterinario y si habrá o no control antidopaje. «En muchos casos son análisis muy superficiales, que detectan sustancias distintas a las que se inyectan y, claro, dan negativo pese a que todos sabemos que el animal analizado está dopado», afirma Lopategi. Otros promotores aseguran que se han dado casos en los que se recogen muestras de orina «que luego nunca llegan al laboratorio».

Cada año en el País Vasco se realizan casi medio centenar de pruebas oficiales y otras tantas de exhibición, la mayor parte en Vizcaya. La diputación realizó sólo 18 controles antidoping el año pasado y en media docena de casos hubo un positivo. Este año se acumulan ya dos casos de dopaje. Llama la atención que de los 62 controles realizados en 2009 ninguno diera positivo.Fuentes del ente foral afirman que son controles aleatorios en los que se analizan hasta 15 sustancias. Aseguran que «ninguna» actuación se ha realizado tras recibir un chivatazo y reconocen que es «imposible» garantizar la limpieza de las pruebas «al igual que ocurre en todos los deportes».

Leer completo en El Mundo

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