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jueves, 18 de abril de 2013

Nadie se fue contento de Sevilla



Y se fue la tarde, se fue la tarde del  jueves de farolillos entre lamentaciones a voz en grito de  los aficionados, en corrillos de amigos de los ganaderos  y sottovoce de los toreros. Nadie salió contento de la plaza, los aficionados quieren ver faenas de éxito culminadas con orejas y vueltas al ruedo, los ganaderos quieren lucir sus toros y que faciliten el triunfo. Y los toreros ¿Qué van a querer los toreros más que el éxito? ¿Qué van a querer más que cortar los trofeos, llegar al corazón de los aficionados y dormir come ángeles después de sentirse demiurgos poderosos y mágicos?
No puede estar contenta la empresa con tres cuartos escasos de aforo un jueves de farolillos. No puede salir contento de la tarde Daniel Ruiz cuando el primer toro se la tarde se va con las orejas puestas,  ni pueden salir contento con dos otros que se rajan a media faena. No puede salir contento Juan Pedro Domecq cuando los dos toros guapos que lidia como sobreros tampoco permiten el triunfo y triunfan ellos mismos.
No puede estar contento un figurón como El Cid cuando se va de Sevilla hoy tras dos faenas desangeladas, de voluntad, de querer y no poder, por que saber, sabemos todo que sabe. No atraviesa su mejor momento y a ambos toros les debía haber cortado las orejas, se las hubiera cortado en los mejores años de su honrada trayectoria. Es un hombre tan buena gente, tan grande como torero que además no se intenta tapar ni intenta hacer malos a los toros que enlota con su proverbial suerte. Se acabó la feria para el de Salteras y en cinco toros no ha podido triunfar. No se va conforme, seguro. Y no sólo porque “su” Sevilla le castigó ovacionado a los dos toros de su lote. Él sabe que no puede ser.
Perera no es que se vaya a ir descontento, el de la Puebla,  se va con un cabreo, no de prior, sino de obispo. Cuatro toros en dos días y ni una posibilidad de torear con su concepto, el único que tiene, él que no negocia el espigado matador. Pero este torero de raza no sólo no ha podido torear largo y por bajo como es su intención cuando se viste de luces. Es que además no se la ha podido jugar, no ha podido meter en la ruleta rusa de la cercanía y el  riesgo cierto y tirar la moneda por que los danesleruiz de su lote, incómodos  rajados y sin transmisión del peligro que tenían, le dejaron jugársela a cara o cruz. Se va triste porque después de cuatro toros y un año de ausencia se va de Sevilla sin sentirse y sin que lo haya sentido una plaza que es especial para él.
¿Y Jiménez Fortes se irá contento?    Pues no lo creemos, al primer toro de su lote, el de menos importancia física de la corrida, no pudo hacerle más que lo que le hizo hasta que el toro dijo que nones. Al sexto lo recibió donde ha dicho Juli que se reciben los toros para mandar en esto. Luego lo toreó como las leyes viejas de Chicuelo dictan que hay que torear con la capa. Con la pañosa lo cuajo mejor por la derecha que por la izquierda y cuando tenía una oreja después de  bernardinas toreando muy cerca, la espada trasera y tendida le impidió tocar pelo. Me imagino que no se fue contento porque su raza de torero no le dejará dormir tranquilo.

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