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viernes, 31 de julio de 2015

Crónica de Sevilla Una dura novillada y tres toreros que quieren.

Una novillada dura. mansa y sin clase de González Sánchez-Dalp impidió el lucimiento de los aspirantes de este ciclo 2015 de promoción de La Maestranza. Nada que decir de los toreros, pusieron todo lo que tienen, todo lo que saben y todo lo que se juegan. Su físico y su entrega. Mucha gente, muchos jóvenes en la grada y gran ambiente. Una buena noticia en este erial en que se ha convertido la fiesta brava

Y liego empezó el rock%roll. David Martín vino A Sevilla a triunfar y triunfó. Dos portagayolas, toreo variado de capa, respuesta en los quites, inicios de faenas siempre sorprendentes, arrucinas, cambiados, y toreo bueno. No le importó que sus dos novillos fueran duros, no humillaran y se acrodasen de las tablas a cada segundo. Al cuarto le arrancó la oreja delante de sus muchos paisanos en la puerta de toriles a base de fe. Ni los meneos que le propinaron ambos erales, ni sus huidas ni las dificultad para cuadrarlos y la mala ejecución de la suerte suprema fueron óbice para un triunfo incontestable.

Silvera quiso torear como marcan lo cánones de capa,  se le vio dispuesto y templado en ambos primeros tercios. Luego comenzó por doblones, como si el mirón de González, que se vencía,  manseaba sin recato y llevaba la cara por encima de la Torre del Oro, fuera bueno y al darle las ventajas al eral se llevó dos cates de los que hacen daño. La única virtud es que se movía, descompuesto y mirando Lo pone todo y el burel no deja de cantar que es manso, peligroso. El quinto, que brindó a su madre, dejó escrita su condición de salida. Apretó a la cuadrilla en banderillas, el torero estructuró una faena, lo cual ya es merito, basada en quedarse quieto y en querer ligar. Series con importancia y un trasteo largo, con tres tarantantanes de miedo  rematada de un espadazo que tumba al eral.  Faena de hombre, petición de oreja de ley e injusticia de truhán desde la presidencia.

El luso pacense Juanito recibió a su primero de rodillas, el eral salió al paso y le dio fuerte y flojo, emplazado, con más teclas que un piano, faena intensa con dos series de mucho peso, Se rajó el burel y le costó dos intentos meter la espada. El sexto fue otro mal eral y la faena no remontó nunca. Le faltó emoción y ligazón. Tardó en matar. Nada pasó

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