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sábado, 16 de mayo de 2015

La madre de la nieta comunista del ganadero de bravo Benitez Cubero, que no lleva su apellido y si quiere su fortuna

Lo cuenta el Mundo

Sofía, dueña de la única tienda de ropa del humilde pueblo agrícola de El Coronil (Sevilla), mujer de Miguel González, un jornalero de 69 años que ha dedicado toda su vida a labrar el campo, nació rica. Millonaria.Pero vivió como pobre, muy a su pesar.
Su madre, Ana Rosario Reguera, que servía en la finca de los afamados ganaderos Benítez-Cubero, se enamoró del hijo del patriarca, José. Mantuvieron una relación y se quedó embarazada."Cuando la familia se enteró de que mi madre esperaba un bebé, la echaron", declara Sofía a LOC. Se repite la historia: la de la criada, el señorito y una hija nacida en clandestinidad. Aunque, esta vez, la Justicia ha puesto a cada uno en su sitio.
El Tribunal Supremo ha reconocido a Sofía, a sus 64 años y a punto de jubilarse, como hija legítima de José Benítez-Cubero y Cañete de Beca. Tiene un nuevo apellido en su DNI (hasta hace dos semanas llevaba Reguera, el de su madre). Y espera poder disfrutar de 12 millones y medio de euros próximamente. Es la mitad de la herencia que, según sus cálculos aproximados, le correspondería tanto de su padre, como de sus abuelos. "Yo soy hija natural y no fruto de adulterio. Mi padre murió joven y no hizo testamento. Por esas dos cuestiones, me corresponde el 50% de su patrimonio", apunta Sofía.
José Benítez-Cubero y Cañete de Beca falleció en 1970 a los 47 años a consecuencia de un tumor cerebral. Estaba casado con María del Dulce Nombre Pallarés Redondo y tuvieron un hijo que, siguiendo con la tradición familiar, también se llamó José. Actualmente, éste es el propietario de la ganadería, que tiene más de cien años de vida. El hierro es especialmente conocido por sus toros de rejoneo. De hecho, después de 30 años de profesión, el famoso picador Fermín Bohórquez se despidió de La Maestranza durante la última Feria de Abril cortando una oreja de un Benítez-Cubero.
Sofía presume de su nuevo DNI.
CARLOS MÁRQUEZ
Durante el juicio de primera instancia, celebrado en 2013, se determinó que José y Sofía, quien confió su defensa al prestigioso abogado Fernando Osuna, eran hermanos en un 99,99%. La prueba de ADN ha resultado especialmente determinante en este caso, porque José se ha tomado muy mal desde el principio la irrrupción de Sofía. Un buen ejemplo de este repudio es que, tres meses después de que ésta recurriera a los tribunales en 2008, exhumó los restos mortales de sus padres y sus abuelos y los incineró. La juez tuvo en cuenta este hecho y recordó en la sentencia la "mala fe" de José para "dificultar" la investigación. Puestos en contacto con él, ha declinado realizar declaraciones.
"Que el Tribunal Supremo me haya dado la razón es algo increíble. He celebrado el rebautizo con una gran comida con los míos. ¡No sabe qué alegría! No lo he hecho por dinero, sólo quería que se me reconociera quién soy. Pero, como tengo derecho al patrimonio, pues lo quiero. Vamos a poner una demanda por el tema de la herencia en breve", prosigue Sofía.

Mucho patrimonio

En efecto, el legado de su padre no es baladí. Una finca de 1.300 hectáreas en Marchena, otros tres terrenos en la provincia de Sevilla (alguno de más de 500 hectáreas), un piso en el barrio de Los Remedios (Sevilla), la ganadería Benítez-Cubero, una importante yeguada... "más los frutos obtenidos durante todo este tiempo. Es decir, subvenciones de la política agraria comunitaria, liquidez en bancos, dinero por la venta de otros bienes inmuebles... Entre todo, sumaría unos 25 millones de euros", apostilla la hija mediana de Sofía, del mismo nombre, responsable de que su madre se animara a demandar.
"Me gustaría tener una casita en el campo pero, mire, yo no creo que vaya a cambiar mucho ni vaya de 'ricachona' por ahí. Soy del Sindicato de Obreros del Campo (SOC) de toda la vida, de izquierda pura y dura, vamos. Yo lo que quiero es que mis hijos puedan disfrutar por mí", desliza. Su familia, como ella, es muy humilde: su hijo mayor, Pedro, es camionero; el pequeño, Carlos, obrero, pero lleva más de tres años en paro. La mediana trabaja como trabajadora social y es la única de sus hijos que no se va a cambiar el apellido. "Tengo una vena comunista muy marcada que me lo impide", dice la joven.
La hija legítima del ganadero acaba de cerrar su tienda, Modas Sofía, donde las vecinas de El Coronil se han vestido durante los últimos 20 años. "La cosa está muy mal. Hay mucha crisis. Estoy deseando jubilarme y disfrutar de mis nietos", manifiesta, mientras recuerda lo mucho que ha sudado para sacar adelante su casa. "He trabajado en el campo, luego tuve un obrador de confitería, la tienda... ¡Nunca se me han caído los anillos!".
Ya no tiene callos que afean sus manos. Ahora ha decidido escribir su azarosa existencia en unas memorias, que espera que vean la luz en breve. "Hace poco me llamaron de Francia porque querían publicar mi historia, pero quiero contarla yo, en primera persona". Ya saben cuál es el relato. La hija del señorito y la criada que nació rica, vivió pobre y se jubiló millonaria.

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