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domingo, 4 de enero de 2015

Un torero que fue padre del hijo de un rey

¿Gaona, el padre putativo de la gaonera, padre putativo de un Borbón? 

Dicen que la Gaonera la inventó Saturnino Flores"Ojitos"
Dicen que el padre de Leandro de Borbón fue Alfonso XIII


Gaona aparece como el creador de la primera
Gaona estaba casado con la madre del ¿último? Borbón bastardo con permiso de los últimos coletazos de Juan Carlos I


Nos orientamos sobre esta historia, sólo a medias conocida por una reseña sobre La Malcasada

La malcasada es un melodrama folletinesco ambientado en la alta sociedad española de los años 20 con escaso valor cinematográfico a causa de la manifiesta impericia del periodista Francisco Gómez Hidalgo (productor, guionista y director del film), que sólo salva parcialmente el buen hacer del montador Florentino Hernández Girbal. Sin embargo, desde otro punto de vista, resulta una obra más que interesante. En primer lugar, es la primera película que plantea abiertamente el tema del divorcio en España; y lo hace, sorprendentemente, a través de una historia inspirada en el fracasado matrimonio entre el torero mejicano Rafael Gaona y la actriz española Carmen Ruiz Morales, amante entre 1914 y 1931 del rey Alfonso XIII, con que el acababa de tener una hija. En segundo lugar porque, con la excusa de aconsejar al protagonista sobre sus problemas matrimoniales y la posibilidad de obtener el divorcio, desfilan por la película un centenar de conocidas personalidades de mundo de la política, la milicia, las artes y las ciencias, el toreo, el derecho y la aristocracia que se interpretan a sí mismos (son muy conocidas las secuencias de Francisco Franco, José Sanjurjo y Millán Astray en una tertulia en casa del político granadino Natalio Rivas, y la de Valle-Inclán junto a la actriz María Banquer posando para un cuadro en el estudio de Julio Romero de Torres). Por último, el film también refleja los acontecimientos políticos de la época; durante su estreno en Madrid, el 19 de enero de 1927, el público acogió con vítores y protestas la aparición en la pantalla de alguno de los implicados en la Sanjuanada de junio de 1926, como el general Valeriano Weyler y del político conservador José Sánchez Guerra, destacado opositor a la Dictadura. La proyección se interrumpió por orden gubernativa y los productores se vieron obligados a realizar un nuevo montaje, en el que desaparecían todas las figuras conflictivas, reemplazadas por personalidades del mundo de las letras y las artes, que se estrenó el 29 de enero de ese año.

Y de ahi a este delicioso reportaje de Julio Martínez Arribas 


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 Don Leandro de Borbón, me resulta respetable, y a la vez simpático y cercano, no en vano, es más español que nuestro actual monarca porque es sabido, que tiene descendencia Ciudadrealeña y Malagueña por parte de madre, ya que sus abuelos D. Leandro Antolín Ruiz Martínez y Dña. Mercedes Moragas Pareja, eran de Almadén y Málaga respectivamente. Ambos de familias acomodadas, vieron, como una de sus hijas, bien formada en cultura e idiomas, Carmen Ruiz Moragas, a la postre madre de Don Leandro, se “descarriaba” para entrar en el mundo del teatro. ¡La hija de un gobernador civil, para la que él tenía grandes proyectos metida a cómica!. Sin embargo, demostró pasión por esa tarea y consiguió ser figura relevante de su tiempo, compartiendo escenario en Madrid con actrices de la talla de Maria Guerrero. Todo esto trascurría mas allá del primer cuarto del siglo XX.



Por aquel entonces, Rodolfo Gaona, “El califa de León” mejicano, de padre navarro y madre indígena, cuyos rasgos heredó, se había hecho con un sitio relevante en el escalafón del toreo español. Algunos dicen y quizá sea mucho decir, que el fue el tercer pie del taburete taurino de la época, quizá la mejor época del toreo, en todos los sentidos, los otros dos pies, eran Belmonte y Joselito. En todo caso, si que fue un espada que sentó cátedra y dominaba las suertes con elegancia.



La figura del “Indio Grande”, como también era conocido, quedara sin duda alguna ligada un par de banderillas, que colocó en Pamplona en 1915, y que un fotógrafo tuvo la suerte de coger en el momento justo y luego el escultor Humberto Peraza Ojeda, inmortalizo en una estatua de bronce. Los mejicanos, lo llamaron por siempre, El par de Pamplona. Y ¿Cómo no?, ha inmortalizado su apellido, por un famoso quite –gaoneras- que aunque inventó “Ojitos” (su apoderado) fue él quien lo ejerció con maestría, pasándose la capa por la espalda y sujetándola con ambas manos para recibir al toro de frente, exponiendo todo el pecho a su cornamenta, al estar el engaño por detrás.



Los toreros, los buenos, y entonces estaban los mas grandes, eran en el tiempo que hablo, como los gladiadores romanos, admirados por el mundo masculino y deseados por el femenino. El binomio -mujer artista-torero-, tantas veces repetido, vivió por entonces su “época dorada”. Rodolfo Gaona, no fue ajeno a esta realidad, y dado que se había aposentado en España, ya que en Méjico por entonces habían prohibido las corridas, aprovecharía los inviernos del 1917 o 1918 para cortejar a Carmen Ruiz Moragas a la que conoció al moverse en los mismos ambientes de la gente “guapa” del momento. Parece ser que era un hombre noble, y a sabiendas o no de que ella era la amante del Rey Alfonso XIII, consintió en casarse. A partir de aquí, todo es especular, el caso es, que el matrimonio no duro más que unos meses de 1919. Digamos que el torero no pudo con los comentarios que escuchaba a sus espaldas o delante de el, mientras lidiaba en las plazas. Estuviera o no Maria del Carmen, en este tiempo de casados, con el Monarca, las sospechas y los dimes y diretes debieron ser una losa demasiado pesada para el diestro, quien decidió partir en 1920 para su país, y nunca mas volvió a torear a España.


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Ya en su Méjico natal, Rodolfo Gaona, fue padre “accidental” de dos hijos del rey, el primero de ellos Maria Teresa en 1925 y el segundo 1929 Leandro, al fin y al cabo nunca llegó a divorciarse de Carmen, y por tanto seguían casados oficialmente cuando los hijos vinieron al mundo, aunque también es cierto, que fueron registrados con los apellidos de ella, por tanto, lo de padre accidental es solo una anécdota.


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