
Daniel Luque se embriagó de la pasión, admiración, cariño y
respeto hacia su toreo, y de manera muy especial, hacía su persona; hasta el
punto de que en su intervención, se desplomó y no pudo contener las lágrimas,
por tanta emoción del momento. Diciendo más tarde: "No es normal recibir
tanto cariño, como el que me profesa todo el pueblo de Almodóvar del
Campo...estoy sin palabras; créanme".
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