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miércoles, 27 de agosto de 2014

Los toros y la princesa

Ante las innumerables peticiones (no se si ha sido una o ninguna) para que versionásemos completa la sonatina de la princesa de Ruben Dario, referida a Doña Leticia, esa vieja aficionada que hace años iba los toros y ahora anda como alma en condena, nos ponemos a ello.

Sonatina de la princesa taurina

Doña Leti está triste... ¿Qué tendrá la princesa? 
Los oles no se escapan de su boca de fresa, 
que ha perdido la risa, que ha perdido el color. 
La princesa está pálida sin barrera de oro, 
lleva ya mas de un lustro sin pasar por los toros, 
y en un lado, olvidada, la almohadilla dejó.


El jardín de Zarzuela, luce pavos reales. 
Parlanchina, la dueña dice cosas banales, 
y vestida de Gucci ella acude al teatro
A la opera, al cine y se pasa los ratos
La princesa no ríe, la princesa no está; 
la princesa se sueña con La calle Alcalá 


¿Piensa, acaso, en toreros de marcada vitola, 
o en el que ha matado este año Guardiola 
 o quizá en el héroe que mato seis el solo? 
¿O en el Fino o el Manzana del empaque fragante, 
o en Padilla Pirata, que se pone delante, 
sin un ojo en la cara, ni saber protocolo ?

¡Ay!, la pobre princesa de la boca de rosa 
que era aficionada, y ahora ya es otra cosa 
Que era republicana y ahora es la borbona.  
Que gustaba de ir a Las Ventas por Mayo, 
saludar a toreros, alternar con vasallos 
y ahora empieza a pesarle esta triste corona.


Ya no quiere el palacio, ni Mallorca lejana, 
ni revistas del cuore, no le la da ya la gana 
de más besamanos ni jodias recepciones. 
Ella quiere tan solo ver dos series por bajo
de ese bicho que es Juli, que no quiere espantajos
con los petimetres, con  los embajadores

¡Pobrecita princesa  de los ojos azules! 
Está presa en sus oros, está presa en sus tules, 
en la jaula de mármol del palacio real; 
sin echar unas cañas antes de la corrida

sin sus callos, sus risas y su guasa sabida
y las noches de juerga tras la tarde triunfal

 ¡Oh, quién fuera el torero que te dejo prendada 
¿Talavante, o Perera o Morante y sus hadas?
¡Oh visión adorada de verónicas puras

Naturales inmensos, y al final estocadas 
¡Quién volara a la tierra  de faenas soñadas,

corridas encastadas de las vacadas duras

 —«Calle, calle, princesa —dice al punto Molés-; 
calle, y si quiere sentir los profundos Olés
en secreto en palacio, óigame la primicia, 
saque usted la pantalla gigante guardada

y en el plus de los toros, por Muñoz comentada
a su vicio de gusto, mi estimada Leticia

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