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domingo, 26 de enero de 2014

El respeto

Al hilo unas extemporáneas, agrias, inoportunas y necias declaraciones de Eduardo Canorea, dicen cinco toreros que ellos no torean en Sevilla por que se les ha faltado al respeto. Y se me ocurre…

Que las palabras las inventa el hombre pero las carga el tiempo. El tiempo que mientras pasa por encima de ellas las hace crecer, las horada y las cincela usando de connotaciones, de perversiones, de errores acertados…. como agentes de erosión y escultura.

La palabra más inocente del diccionario se puede blandir para agredir al de enfrente. El más sucio vocablo de la jerga más bajuna se puede usar para la más hagiográfica alabanza. En el sur somos mucho de eso. Aún recuerdo como un partidario y paisano se acercó a la habitación de un hotel de Bilbao para decirle a Morante “Hijoputa, has estado como los ángeles, eres un cabrón” antes de abrazarse con el torero de La Puebla.

Viene esta disquisición al hilo de la palabra respeto. Vargas Llosa, eso genio que se mete en nuestra taurina trinchera sin obligaciones,  hace decir al héroe discreto de su última novela sobre otro giro de los que tienen éxito entre las gentes del tópico “En su labios, la palabra sonaba como si esgrimiera una varita mágica”.

Pues cuando determinados toreros esgrimen la palabra “respeto” y gracias a la magia del verbo, se acabó todo. Ni un pase. No hay nada más que hablar. “Respeto” es una barrera infranqueable, subjetiva y móvil.

Estas orejas que se han de comer los gusanos, y que a día de hoy no padecen de la enfermedad de moda que es la otitis testicular, han oído por esas plazas de Dios y aledaños taurinos en los últimos años estas frases.

Es que usted, periodista, me ha faltado al respeto por que ha dicho que he estado mal en tal corrida

Es que usted, maleducado, me ha faltado al respeto por que me ha mandado a Senegal

Es que usted, empresario de postín, me ha faltado al respeto por que sólo me ofrece 75.000€  y yo cobro 150.000€ por tarde

Es que usted, empresario de ruina, me ha faltado al respeto por que dice ha habido poca gente y me quiere rebajar los honorarios pactados.

Es que usted, aficionado pesado, me ha faltado al respeto por que me ha tocado el vestido de torear mientras nos hacíamos una foto en el patio de cuadrillas.


Mi abuela, que era una señora, no recibía a nadie si no “estaba de respeto”, que para ella significaba estar vestida de pies a cabeza, peinada y perfumada. Lo de ser un hombre de respeto tiene muchas connotaciones, no se me quita de la cabeza una película con un título semejante, altamente recomendable que protagonizaba Turturro. Trata de la mafia, claro

En definitiva, el respeto es asunto subjetivo, propio personal e intransferible. Tengo un amigo que me dice que la línea que separa lo respetable de lo humillante es indeleble y que en las mismas condiciones, en una negociación, con las mismas pautas, el mismo dinero, el mismo momento, alguien siempre se puede dar por ofendido y es una situación irreversible.

Hablemos del respeto mutuo,  por ejemplo, de mi mismo como informador de un periódico o una radio o una tele local que hacían un esfuerzo tremendo por mantener los toros dentro de sus contenidos.  Yo me hubiera podido sentir ofendido y hubiese alegado que se me ha faltado al respeto cada vez que algún matador de toros me ha negado una entrevista, o me ha dado largas mentirosas, o no ha tenido la delicadeza siquiera de responder a mi petición bien directamente o a través de su jefatura de prensa, o peor aún, habiendo concertado el encuentro se me ha dado plantón. Partiendo de la base que merezco el mismo respeto que tienen todos ellos aunque no me juegue los muslos cada tarde, podría ahora confeccionar una larga lista de agravios. Excepto los casos en que ha sido flagrante, he asumido que eran gajes del oficio y no faltas de respeto. Además todos los informadores del mundo del toro, que tendrán sus propios agravios, se podrían haber solidarizado conmigo. Y todos juntos hubiéramos firmado un comunicado diciendo que o se quitaban a esos toreros de tal feria o nadie informaría de la misma, por ejemplo, digo yo.

Si un aficionado, que tampoco se juega los muslos cada tarde pero paga su entrada, de los que han visto este año la corrida de Colombinas de Huelva, con Juli y Manzanares se sintiese ofendido por la vergonzosa presentación de la corrida impuesta por los matadores y la falta de respeto que supuso salir a hombros en contra del reglamento vigente y de la sensación de los aficionados, si ese paganini se sintiese ofendido, nadie podría reprocharle nada. Además todos los aficionados del mundo estarían legitimados a solidarizarse con el agravio y nunca más ir a una plaza de toros, y por supuesto a emitir su propio comunicado. Aunque no se hubieran sentido estafados.

Si un empresario modesto y serio, haciendo las cosas bien, contrata para una plaza, de tercera y menos de 5000 localidades, durante años, décadas, a figuras del toreo, contratando el cartel que ellos le exigen, con los toros que ellos aprueban, jugándose en cada envite su patrimonio, a pesar de que no se pone delante cada tarde, y un año, a media plaza, esas figuras, que no han llevado a nadie, le exigen el 100% de unos honorarios desorbitados y los paga el empresario religiosamente. Y cuando, meses después, les pide fechas para otras plazas al año siguiente lo ningunean. Ese empresario se puede sentir afectado en su respeto. Y podría emitir un comunicado con otros cinco empresarios diciendo que no contrataran a esos toreros que le han faltado el respeto.

Me gusta esto de los ejemplos, seguimos. Si los apoderados de algunos toreros, hasta diez podrían ser,  se enteran por la prensa, o por los toreros después de haberlo acordado, de que los derechos de imagen de sus poderdantes serán gestionados por una empresa de rimbombante nombre inglés y especialista en deportistas de elite. Estos hombres de despacho quizá se podrían considerar ninguneados, faltados al respeto y humillados. Podrían haber sacado, estos que tampoco se ponen delante del toro, aunque alguno de ellos se ha puesto mucho y bien, pues podrían sacar su comunicado correspondiente y solidario y no apoderar a ninguna figura del toreo.

Y un torero de los que no entran en los carteles por humilde, de los que en la última feria de Sevilla cobraron la décima parte, si, diez veces menos que las figuras, y que a pesar de sus triunfos y sus cornadas no es admitido en las ferias por que las figuras deciden que deben ir “amparados” entre ellos en carteles “rematados”. ¿No se podría considerar vejado?.

O un ganadero de aquellos a quienes los toreros les han currado vacas y toros desde que andaban sin caballos, al que todavía en invierno son capaces de mandar a un propio para que “me encierre tres eralas” y al que, a poco que tienen fuerza, no le lidian ni un pitón “por que eso no sirve”¿No se podría considerar ultrajado?

El respeto, repito, es asunto personal e intransferible, subjetivo, multidireccional y mutuo. Como diría Calderon sobre el honor “Es patrimonio del alma y el alma…., el alma sólo es de Dios”.  

Para rematar, dos por abajo.  El “respeto solidario” es incompatible con una forma de vida en la que se juega con la muerte por decisión personal y ética. El respeto no tiene fecha de caducidad, ni se puede conservar en frío. Si te faltan al respeto hace dos años, y nadie mueve ficha, la falta queda. Y no es legítimo acumular faltas de respeto para cuando a tus intereses les venga bien esgrimirlas.

Si se pide respeto, que se de respeto siempre y a todos. Y si no, nos moveremos en el terreno del capricho, o del despotismo. O del despotismo caprichoso, que es el peor. Con la que está cayendo, es tiempo de diálogo, de aportar y de sumar, no de los ataques de respeto. Que todos lo tenemos.

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