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martes, 5 de noviembre de 2013

Adios a Patón sin ira

Se venía venir, Enrique Patón deja la plaza de toros de Castellón. Lleva cuatro temporadas perdiendo mucho dinero y con una ruina grande encima tira la toalla.
Una de las asignaturas más difíciles de aprobar en todas las escuelas de negocios en la que enseña de cuando y como echar el cierre a un negocio. Si no sabes darle tiempo te puedes precipitar, si tardas mucho en cortarle la cabeza, se puede llevar por delante tu patrimonio, tu salud y tu familia.  No supo Enrique Patón cortar a tiempo, Este año se de varias ganaderías señeras, de las que cobran al embarque desde hace siglos, que no han cobrado en Castellón.
No es un advenedizo Patón, veinte años le avalan en la capital levantina. Un hombre cercano a Simón Casas, un hombre del toro, un luchador. Con sus defectos, los propios del sistema, alguno propio, pero un empresario digno. Intentó de todo en la feria de la Magdalena, las figuras, Miura, el desafío ganadero, Cuadri, Victorino, Adolfo, Jandilla... Alguna figura volvió la cara, el público dio la espalda a pesar de todo, el canon le acabó ahogando.
No es un golfo Enrique Patón. Se ha podido equivocar en sus planteamientos empresariales, pecar de egoismo, no saber afrontar la realidad, hacer ferias más o menos acertadas, Pero no es un desaprensivo. Son canallescos los comentarios que las redes sociales realizan sobre el matador de toros, apoderado y empresario taurino. Algún profesional dice "ya se habrá llevado bastante, ese no pasa hambre" Determinados aficionados entienden que de esta forma ha pagado por sus ¿desmanes?  Craso error, demonizar al matador catalán. El enemigo no es el empresario, al menos este empresario. El empresario es un necesario compañero de viaje. Su éxito es necesario, su ruina es un mal en si mismo para todos.
Se va Patón del toro con una edad avanzada, me da la impresión que con deudas importantes y sin ser "rico podrio". Es muy dura su situación. A la gente del toro, los profesionales, a la afición, a los que escribimos de esto, nos debe sobrar la ira, es indigno hacer leña del árbol caído. Al menos nos queda agradecer los servicios prestados a la fiesta brava por uno de los nuestros. El último  gran servicio sería que nos hiciera reflexionar de la realidad del toro.

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