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viernes, 18 de octubre de 2013

Sobresaliente (cum laude)

Se desnudó despacio. Como siempre. Primero la chaquetilla, antes de montarse, siempre la calzaba en la percha, con el fajín doblado y el corbatín reliado. Nunca le había quedado bien, larga de cintura y le tiraba en las mangas. Como era tabaco, color sufrido, aguantaba bien las muchas puestas. El chalequillo, desvaído, lo dejo en el asiento de atrás del viejo Ibiza de su hijo

Los tirantes le obligaban a contorsionarse. La camisa de chorreras amarilleaba de mil miedos pobres cuando la dejaba en el asiento del conductor. El drama era la calzona, con el sudor no corría, le había quedado estrecha hace tiempo, los imperdibles se le clavaban, sudaba más. Tenía que retorcerse para quitarse las medias. se clavaba la palanca de cambios con los pececitos eternamente encerrados.
En media hora dormía el terno en la funda mientrás oscurecía. Se acercó a la taquilla de la portátil.

El empresario lo miró y dijo para si mismo.
¿Y que hago contigo? No ha sobrado nada
El boletín- musitó- No me irás a dar un revolcón.
Mañana en casa, te lo doy, Papá.
¿No toreamos mañana?
No, mañana iremos a la aceituna

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