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viernes, 6 de septiembre de 2013

Miranda, la verdad del torero. triunfo sin premio y otra vez en el dique seco

El onubense enlota sin suerte, torea con verdad y pureza, falla a espadas, se lleva la ovación de la tarde en el quite, se queda en el corazón del aficionado y se cae de Lerma

No quieren los gitanos buenos principios para sus cosas, y los principios del más taurino fin de semana del año, más aún en este torera Ronda, no ha sido apoteósico pero tampoco un desastre, La novillada de Rivera, El Trebol, de buenas hechuras y presencia, no ha dejado muchas opciones a los seis novilleros (¡que poco nos gusta esto del seis para seis!)

Antes, el onubense Miranda sorteó en primer lugar el que a la postre sería peor del encierro. Verdad y variedad en los quites, muleta siempre en los hocicos, todo despacio y puro, El novillo se rajó pronto, eso y el mal uso de la  espada le hicieron perder los trofeos No se percibieron secuelas de su reciente cornada durante la lidia, pero al final del festejo pasó a la enfermería con fuertes dolores y el pie muy hinchado No quiso acudir hasta que en el sexto, en su turno de quites, quito por portentosas saltilleras que pusieron de pié la plaza de Ronda en la ovación de la tarde. La verdad siempre vende.

La tarde fue de un joven de la tierra, Javier Orozco, sorteó con suerte y luego anduvo con firmeza delante del eral, franco y noble. Faena de matices rondeños, de muleta baja, de seriedad en las tandas medidas y poderosas, en especial dos por la derecha que estuvieron a la altura de lo que el novillo pedía, mató por arriba y consiguió cumplir el sueño de cualquier chiquillo de Ronda, y del mundo, abrir la puerta grande la Maestranza al lado del Tajo.


En el tercero Serna anduvo en torero toda la tarde, se siente y lo vende bien, siguiendo el tópico, anduvo muy sevillano, toreo puro de mano izquierda, remates de empaque y torería en los embroques. El torete era serio y tardo en su comportamiento y pedía firmeza, no seafligió el torero que mató bien y cortó la primera oreja de la tarde.

Llaguno, que fue atendido de un esguince en la mano zurda, se las vio con un eral  incómodo y con el que nunca logró encauzar faena. 

Romero Campos sorteó un potable ejemplar ante el que mostró su toreo de clásico concepto. componiendo mucho, consiguió conectar tras los revoluciones propios del caso, que se volvieron en su contra cuando atropello la razón, disculpable en un novillero que se deja coger.

Juan Márquez, hijo del sempiterno banderillero de Rivera,  brindó al hoy empresario una faena en que debió luchar con las querencias del eral de Paquirri. Quiere hacer las cosas bien y maneja los engaños con soltura. Falló a espadas.

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