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miércoles, 25 de septiembre de 2013

LA CORNADA DEL PERIODISTA

Lo cuenta el Mundo
Llegó a Tordesillas el fin de semana. Un par de días antes, como hace cada año desde 2005. Este año viajó desde Galicia, donde estaba cubriendo los incendios que han tenido lugar en esta Comunidad en las últimas semanas. Pedro Armestre, fotógrafo español que trabaja para France Press, lleva ocho años retratando el toro de la Vega. En cuestión de segundos se vio frente a 'Vulcano', el toro alanceado este año. Ahora se recupera de dos cornadas en el madrileño Hospital de la Paz.
No es defensor de esta fiesta, pero su trabajo no es opinar. Muestra en sus fotos lo que allí ocurre. Emociones, sensaciones... Sus imágenes informan. Este año no pudo hacer muchas instantáneas. Las fotos se las hicieron a él. "Lancearon al toro y se revolvió. Me refugié detrás de un árbol, pero llegó mucha gente a la vez. Me vi fuera del árbol sin refugio y delante del toro. A 30 centímetros de él", recuerda Armestre, uno de los fotógrafos españoles más reconocidos, áun convalenciente en la cama del hospital. El jueves le trasladaron desde Valladolid a Madrid.


Su imagen delante del toro, poniéndole la mano como si le ordenase detenerse, sobrecoge. "La primera cornada, en la ingle izquierda, ni la noté. El toro me lanzó al suelo", recuerda el fotógrafo. La herida es de 10 centímetros. El objetivo de Armestre, que se levantó rápido, era escapar. Tras la primera cornada intenta defenderse poniendo la mano delante del toro. Son segundos de angustia. "Le pongo la mano y le doy patadas. Intento agarrarme debajo de él para que no me vuelva a coger".
Armestre intenta evitar una nueva cogida, mientras su cámara permanece colgada de su cuello. Intenta zafarse, pero no puedo. 'Vulcano' vuelve a cornearle. "No noté como entraba el cuerno, pero cuando miré tenía todo el muslo abierto. Intenté cerrar el 'filete' y me quedé quieto". Tiene una cicatriz de 40 centímetros. De manera inesperada, el toro se venció junto a Armestre. Tras la cornada, se tumbó para morir junto a él. "Estaba ya herido y su embestida fue su último aliento".
Pese a lo aparatoso de la cogida, Armestre ha tenido suerte. Ninguna de las dos cornadas ha afectado de manera grave a músculos o venas. Una de ellas pasó muy cerca de la femoral. "Si me la hubiera dañado, no habría vivido", confiesa aliviado. La principal preocupación de los médicos es evitar infecciones.

Necesidad de trabajar

A Armestre le han avisado de que tenga calma, paciencia. Necesita reposo. "Soy autónomo. No me puedo permitir el lujo de no trabajar. Tumbado en la cama busco fórmulas para poder seguir ganando dinero. Tengo algunas cosas en la cabeza". De momento, se lanzará a por una de esas tareas que están pendientes eternamente: organizar su archivo. Este verano ha viajado al Ártico con Greenpeace, ha recorrido las costas españolas, ha visitado los San Fermines y ha cubierto los incendios en Galicia.
Cuestionado sobre la necesidad de arriesgar tanto, Armestre lo tiene claro: "Esta profesión me apasiona. Me permite estar en sitios que si no, no podría. Y ya que estoy quiero disfrutarlo. Hay que sentir para transmitir. En el toro de la Vega, llego antes para hablar con los lanceros y la gente del Patronato, para intentar comprender las razones de por qué lo defienden. La única manera de transmitir es estar donde están los lanceros, y para eso tiene que tomar los riesgos que toman ellos".

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