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miércoles, 17 de abril de 2013

Un tostón, una bronca y una oreja para Luque



Una corrida de El Pilar que no sirvió a toda ella, muy igualada en juego, hechuras y cara. Sin raza, ni casta, con apariencias de ser “la tonta del bote” y por lo tanto imposibilidad que llegase nada de lo que hizo la terna a los tendidos. Mi recuerdo, mi admiración y mi cariño para aquel, y son muchos los candidatos, que hubiera elegir esta corrida como aquella para invitar a la propia y darse un homenaje de torería antes o después de acudir al feria, mis condolencias por que se habrá perdido algún aficionado en el camino.

Apenas Morante, su capote, la actitud de querer y el regusto de su prestancia de torero de época. En los dos toros de Pereda quitó el burel de las espaldas del rehiletero de turno. Con la muleta apenas nada, el primero podríamos pensar que por los treinta capotazos, a pesar de que el toro no humilló, nunca y en el cuarto, ya demostrado el descastamiento del encierro de Moises Fraile .

Pereda ha estado toda la tarde poniéndolo todo, queriendo hacer las cosas con pureza, dando el pecho y con la mano baja, la muleta a los belfos, pero había escultor, había barro pero no había motivo en ninguno de sus dos toros. Le hace falta más enemigo a este torero para poder decir cosas con su arte estoico.

Luque se top´p también con la falta de acometividad y de clase de su primero. En su segundo, el sobrero de Parladé, que salió por el Atanasio titular, se perdía la faena entre exigencias y pases de clase pero sueltos, sin llegada por el sopor de la tarde, a mita de faena el asunto empieza a venirse arriba y entonces para desperezar al respetable, santo esta tarde, la música no suena, hay pitos, desgrana los mejores muletazos de la tarde Luque. En ese momento se arrana la música, el de Gerena pide que se calle y el director le dice que nones, que el torée que el pone la banda sonora cuando le sale de los trombones y “pachin. Pachin” sigue atacando el pasodoble. Luque y el sol con el mismo enemigo se unen, coge la espada de verdad y acaba de calentar los tendidos antes de una estocada de rabia y fuerza que tumba al toro sin puntilla. Petición y oreja.

El pobre hombre, la legítima y su orgullo salvaron el honor y podrán decir cuando lleguen a la caseta “Una oreja Luque” y quedará como u marqués, pero se habrá tragado un tostón de campeonato.

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