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sábado, 2 de junio de 2012

Sobre el espectácular encierro de los ‘cuadri’


Los toros de Cuadri ofrecieron espectáculo, que es uno de los mejores regalos que le pueden hacer a un aficionado.
 Los seis toros presentaron una estampa impresionante, serios, muy serios, toracos de los que te mantienen pegado a la piedra. Todos ellos codiciosos en mayor o menor medida, cumplieron de manera irregular en los caballos y vendieron caras sus vidas con aspereza y dificultades. Destacó con los montados el primero, que acudió tres veces desde lejos y apretó de lo lindo en la segunda vara, pero tuvo una vida corta en la muleta. Tercero y quinto portaban casta en sus adentros, y aunque mansearon en los caballos, con la cara siempre por las nubes, embistieron largo en el tercio final y colaboraron a un hipotético triunfo, y el resto derrochó bronquedad y dureza, gañafones y recorridos muy cortos.

Al final, salió a saludar el mayoral de la ganadería, un premio excesivo, sin duda, pero había quedado en el ambiente un rictus de satisfacción porque en la plaza hubo toros en el pleno sentido de la palabra, y eso no se ve todos los días.
Vamos, en San Isidro es que no se ha visto una corrida-corrida como la de ayer, lo que explicaría que a la gente se le calentaran las manos.
El problema es que con estos toros no es fácil mandar, ni templar, ni hacer el toreo actual ni el de siempre. Con estos toros no se pueden torear cien corridas en una temporada. Porque estos toros te ponen en torero para toda la vida o te retiran de la circulación. Así de duro. Por eso, todo el que puede huye de ellos como gato escaldado. Es mejor no probar, por si acaso…

Por Antonio Lorca ( EL PAIS )

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