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martes, 15 de mayo de 2012

Alejandro Pavón, paliza y ovación en Valladolid


Se cerraron las puertas de la plaza de Valladolid con los festejos anunciados en honor de San Pedro Regalado y quien echó el cerrojo fue una novillada de los hermanos García Jiménez, cuyos erales resultaron bravos, repetidores y encastados tres de los cuales fueron aplaudidos en el arrastre. Para enfrentarse a ellos otros seis chavales que quieren ser toreros: Javier Casares, de Medina del Campo que abrió plaza; Jesús Gómez “El Roque” de la Alberca (Salamanca); Jesús Nieto de Algeciras; Abel Robles de Olot en Gerona; Alejandro Pavón de Sevilla y completó el cartel Juan Pérez de Ciudad Rodrigo.
Decir que dos orejas, muy escaso bagaje por el juego desarrollado por los novillos, una en el segundo de la tarde y otra más en el sexto, fueron los apéndices cortados por los toreros con la gracia del público que las pidió y del Presidente, más benévolo que cicatero y exigente,  que las concedió, bien es verdad que por lidia en general más vulgar y aburrida que entretenida y amena. Pero en fin, tiempo habrá cuando estos muchachos se hagan maestros o catedráticos verles triunfar en una plaza de toros.
Detras de mi localidad, sentada en la contrabarrera una abuela con sus nietas y su marido, la cual comentó en voz alta muchos de los lances de la tarde. Todos sus comentarios llevaban un tino y una medida dignos de los mejores críticos taurinos. Acertó siempre en sus apreciaciones y su afición, destilada a través de sus palabras, merecen ser acogidas en su justa medida por quienes aún sabemos poco y mal de esta profesión tan difícil y sacrificada que es el toreo. Animó a los toreros cuando lo hacían bien y les recriminaba con paciencia y sin acritud, oriéntadoles en sus faenas, ora más fuera, bien por los adentros, ya la colocación, sea el movimiento y el gusto por dar un pase torero.
Abrió plaza el medinense Javier Casares que se dirigió a pie desde el hotel, al otro lado del paseo de Zorrilla, hasta la plaza de toros junto con la cuadrilla en un sabor impagable de colorido y del ayer, en una tarde primaveral de sol bonancible y bonita para el arte de torear. El novillo de nombre “gitano”, una raspa de fibra y pelo de invierno, iba y venía codicioso a las telas de Casares quien toreó bastante aceptablemente con ambas manos. Pero donde lo echó todo a perder fue con el estoque, su talón de Aquiles. Un par de pinchazos, un espadazo y golpe de descabello dieron fin a la corta vida del ejemplar, aplaudido por el respetable cuando las mulillas lo llevaron al desolladero, mientras el silencio acogió la faena de Javier.
Salió el segundo llamado “El Roque” por el patrón de la Alberca y la peña de Francia, un novillero eléctrico y electrizante, estirado en su corta estatura, novillero de dificultades y pinturería, pero pleno de afición y ganas. Empezó en los medios con un pase cambiado por detrás y enseguida llegaron los gestos y gritos de cara a la galería, desplantes, aguantando achuchones del torete sin darlo mayor importancia, incluso tras recibir una voltereta que lo lanzó por el aire con Vedrines y de la quese repuso enseguida, llegando aún más al público. Se tiró a matar recibiendo y colocó una media que bastó para que el animal doblara. Pañuelos abundantes en una zona y más repartidos en el resto de espectadores  le hicieron acreedor a una oreja del novillo. El Roque es algo así como aquellos viejos novilleros que iban a los pueblos a lidiar toracos y vacas curadas en sudores y metafísica, las daban unos mantazos y las mataban como podían, recibiendo el aplauso merecido.
El de Algeciras, Jesús Nieto, toreó el único de Olga Jiménez que se anunciaba en el encierro y lo más destacable fueron dos largos y buenos pases de pecho, vaciando y girando el novillo, siguiendo la tela del diestro. Pero la espada fue la cruz una vez más y tras ser atropellado un par de veces por el torete, pues no se cruzaba como mandan los cánones, pinchó tres veces antes de agarrar la estocada que tiró por tierra al animal. Tras su faena recibió el silencio del público.
Abel Robles, valiente, recibió a porta gayola al cuarto de la tarde y le instrumentó al novillo en la faena de muleta unos lances muy limpios, sin enganchones y aplaudidos. Se le notó más placeado que a sus compañeros de festejo, pero alargó demasiado la faena y no remató con la espada. Tras pinchar un par de veces, recetó al novillo una estocada que hace guardia y un golpe de descabello, Recibió los aplausos del personal.
Alejandro Pavón, el sevillano, pinturero en la composición de su figura, toreó muy cerca de las tablas al burel castaño que le tocó en suste y diciendo en un momento ”Esto pa toa la gente“ , provocando la ovación y el ánimo del espectador. En el quite de este novillo su compañero Juan Antonio Pérez recibió un varetazo en el muslo izquierdo. Con la tizona de nuevo tuvo su cruz pues pinchó en varias ocasiones recibiendo un recado en forma de aviso y un ris ras del novillo en el pantalón desde la rodilla hasta la ingle que le descosió la costura del terno. Al final de su faena, cosechó aplausos del respetable.
Y cerró novillada y tarde, dos horas y media después de haber empezado la función, el de Ciudad Rodrigo Juan Antonio Pérez con el traje remendado y con valor pese a la contrariedad. Una faena con cierta gracia y una estocada caída que tiró al novillo patas arriba, le hicieron acreedor de una oreja que mostró muy sonriente al público.
En fin. Terminó San Pedro Regalado. Si hubiera que destacar algo, aparte de  la brega de Suso y de Mario Campillo con capote y en banderillas, la presencia en el Coso de seis chavales que quieren ser toreros, pero que en esto, como en todo en la vida, hay que practicar mucho más el oficio para aprenderlo bien; tragarse los nervios ante el examen del docto senado vallisoletano que en esta ocasión completó casi un cuarto de plaza para ver sus evoluciones. Ah! y doce novillos de García Jiménez, chicos y escurridos, pero que resultaron bravos, encastados y repetidores en líneas generales.
Fotos: J.López

1 comentario:

  1. Es curioso lo de Alejandro Pavón. Ha llegado a ser como el Rocío: a veces de Huelva y a veces de Sevilla.

    En fin, mucha suerte para el chaval.

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