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domingo, 19 de febrero de 2012

UN MARCO REGULADOR PARA LA PRESIDENCIA DEL FUTURO



Publicamos en cinco entregas la lección magistral de Francisco Tuduri Esnal
          (Abogado y Presidente de la Plaza de toros de San Sebastián)

Históricamente la figura del Presidente ha estado regulada escasamente desde un punto de vista normativo y más o menos cuestionada por los profesionales de la tauromaquia e incluso por la crítica taurina. En tiempos pasados relativamente recientes, considerados como más "autoritarios" y al ser los presidentes casi todos ellos, al menos los de las plazas de primera y de segunda, funcionarios del Cuerpo Superior de Policía se veía con más respeto la figura del Presidente, más derivada del concepto de "autoridad". Hoy con un Régimen Constitucional de Libertades y la incorporación de Presidentes aficionados, podríamos decir que tal vez se haya confundido la libertad con la falta de respeto y el Presidente es algo así como el enemigo a batir. Los profesionales nunca han aceptado que dirija el espectáculo y tenga potestades sobre sus actos una persona ajena a su mundo. ¿Ha visto Vd. que la Policía tenga que vigilar como se representa una obra de teatro, o decidir cuantas veces tiene que salir a saludar un cantante? Suele ser la pregunta obligada cuando sale el tema hablando con los profesionales, a lo que mi respuesta suele ser ¿conoce Vd. algún espectáculo en el que se sacrifique públicamente a un animal?
Porque es precisamente la complejidad conceptual y ética de la corrida de toros por lo que desde siempre ha estado -y debe de seguir estando - controlada por los Poderes Públicos. Con ello además el Estado no sólo debe de ejercer una labor de regulación y control, sino que además debería ejercitar unas clarísimas competencias de protección y promoción. No es momento de entrar en disquisiciones más profundas, pero sí de dejar bien claro que contrariamente a lo expresado por los profesionales taurinos en pasados pero muy recientes movimientos de "autorregulación", el espectáculo taurino no es patrimonio de quienes en él tienen su modus vivendi, sino en principio patrimonio del Pueblo Español y también de aquellos países en los que la tauromaquia está arraigada e incluso de la Humanidad al reunir todos y cada uno de los requisitos exigidos por la UNESCO para su declaración como Patrimonio Universal Inmaterial.
Consiguientemente es a los Poderes Públicos a quienes corresponde la misión de salvaguardar tal patrimonio. Hoy, tras la triste experiencia de Cataluña, el mundo taurino ha visto "las orejas al lobo" y abandonando posturas autárticas parece que ahora busca la protección del Estado porque ven que se les puede ir el asunto de las manos, pero no nos engañemos, volverán todas estas cuestiones cuando pase la tormenta, y si llegara este momento convendría tener perfectamente definido el marco legal no sólo de la presidencia sino del conjunto de los espectáculos taurinos.

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