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domingo, 29 de enero de 2012

Esaú Fernández toreó con el capote de Curro y formó un lío e Aljavir


Lo cuenta Juan Carlos Antón en COPE.

Ajalvir (Madrid), domingo 29 de enero de 2012. 2ª de Feria. Un tercio de entrada. Dos toros para rejones de Antonio López Gibaja y cuatro para la lidia a pie de Fernando Peña, desiguales de presentación y juego. Destacó el 6º, "Matoncito", Nº 200 y de pelo negro burraco, premiado con la vuelta al ruedo. El rejoneador Joao Moura hijo, silencio en ambos. Los diestros, Javier Conde, silencio y oreja. Esaú Fernández, oreja y dos orejas y rabo.
Con buen pie ha comenzado Esaú Fernández la temporada 2012 al firmar la mejor actuación de la Feria de Ajalvir. Estaba a tarde fría. Ni Moura, que también obtuvo silencio en el cuarto brillando únicamente en banderillas, logró romper el hielo- sirvan todas las acepciones de esta expresión-, ni las musas visitaron a Javier Conde en el segundo.
Fue el de Camas el encargado de cambiar el signo de la tarde al recibir a Harapiento, así se llamaba el toro con verónicas que remató con una media. Mantuvo un gran nivel durante toda la faena de muleta dejando  buenas series con la mano diestra y dos más con la zurda. Se vió obligado a emplear el recurso del toreo “encimista” ante un toro que no tuvo demasiado recorrido ni trasmisión.
Pero el éxtasis llegó con el sexto de la tarde. Salió Esaú decidido a saludarlo y se apoderó de él el espíritu de Curro Romero que llevaba impregnado el capote del faraón con el que toreo. Cinco verónicas, templadas, sin brusquedades, cinco soles en la noche de Ajalvir. Más tarde, con la franela, solo hubo profundidad, toreo largo y una sucesión de derechazos interminables y perfectos que, ligados, dibujaban una  circunferencia perfecta. El toro, marcado con el hierro de D. Fernando Peña, se convirtió entonces en el mejor colaborador para el torero y en el artífice de un momento mágico en la que se calentó el corazón del respetable. Dejó Esaú una estocada casi entera, algo atravesada y valió para que el toro cayese obteniendo el diestro los máximos trofeos y el bravo ejemplar el reconocimiento de la vuelta al ruedo.
Además de esto, solo fueron destacables detalles de torería, arte y duende de Javier Conde con el quinto que le valieron para cortar un apéndice. 

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