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martes, 29 de noviembre de 2011

TRIPARTITO TAURINO

La hipótesis según la cual las empresas Taurodelta, Simón Casas y Matilla se agrupen en una Unión Temporal de Empresas para acudir a la convocatoria del concurso de adjudicación de la Plaza de Las Ventas, plantea una compleja y difícil situación a la Comunidad de Madrid, tanto por lo que supone de reconocer la inviabilidad del pliego, como por la posible afectación de las normas de la competencia.
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Lo pre-anunció en su blog Zabala de la Serna y lo desarrolló luego Manolo Molés en su programa “Los toros”: este martes puede alcanzarse un acuerdo a tres bandas Taurodelta (Martínez Uranga), Simón Casas y la Casa Matilla, para presentar una oferta conjunta en el concurso de adjudicación de Las Ventas. Sería mediante una Unión Temporal de Empresas (UTE), que formaría el grupo empresarial más fuerte que se haya conocido nunca en todo el orbe taurino.
A favor de esta fórmula empresarial se aduce las complejidad y dificultad de hacer frente a las condiciones establecidas en el pliego de condiciones por la Comunidad de Madrid y hacerlo, además, en las actuales circunstancias de crisis económica, que golpean al sector taurino como a los demás sectores empresariales.
Sin embargo, la justificación de estas gravísimas dificultades que llevan a pensar en semejante formula compartida no son del todo coherentes con las posiciones iniciales que dos de esas empresas manifestaron en el momento de conocer el pliego.
En efecto, los responsables de Taurodelta declararon: "Está hecho por la Comunidad buscando dotar a la plaza de una empresa buena y solvente. Es un pliego exigente para el empresario que nos obligará a todos a hacer un esfuerzo muy necesario para la Fiesta en esta época tan difícil que estamos atravesando". Para a continuación matiza: “es normal que estemos frente a medidas exigentes pero no hay que olvidar que de cara al abonado el pliego contiene medidas muy buenas".
Por su parte, Simón Casas, después de calificar el pliego de “muy conservador”, opinó lo siguiente: “"Por un lado bajan el canon pero por otro no marcan ningún tope y valoran con 25 puntos, que son muchísimos, la mejor oferta económica. Vuelven a subastar la plaza, vuelven a empujar al empresario a ir al alza y todo el dinero que se dé de más para el canon es dinero que existe de menos para la calidad del espectáculo. Priorizan la cuestión económica cuando no debería de ser así”. Y añadió: “A pesar de todo voy a concursar, y no lo digo hoy, lo dije hace meses. Tengo tanta afición y tanta convicción de que cualquiera que sean las dificultades si no actuamos ahora la tauromaquia se nos puede ir de las manos que, tal y como he hecho toda mi vida, voy a anteponer el interés general a mis intereses personales. Soy candidato, pero sé que el camino de gestión de Las Ventas va a ser un camino de dolor, de lágrimas, pero este es el camino que he elegido desde que estoy en el toro, por lo tanto voy a concursar con alegría, agradeciendo a la Comunidad de Madrid algunos cambios positivos, aunque finalmente no hayan sido todos los deseables".
Es decir, que ambos empresarios entendían que era un pliego según ellos “exigente”, pero en modo alguno tanto como para no concurrir a la convocatoria de la Comunidad madrileña. ¿Qué ha cambiado en el plazo de una semana para que ahora se acuda a la fórmula de la UTE, suprimiendo todo género de competencia en la adjudicación?
La razón más solida que se puede aducir para explicar esta nueva postura no es otra que la de haber hecho el estudio económico detallado, sobre las bases ya reales que establece el pliego. Es lo único que justificaría una UTE, saltándose los criterios más elementales de la libre competencia.
Ahora bien, si de acuerdo con esos hipotéticos estudios resulta que realmente la gestión de la Plaza es inviable, lo único cierto e indiscutible es que la Comunidad ha cometido un grave error en la elaboración del pliego, planteando unas condiciones que son inalcanzables; en cuyo caso, lo que debería proceder es una rectificación por parte de las autoridades autonómicas, para modificar aquellos aspectos de los que se deriva la inviabilidad.
¿Puede vulnerar la libre competencia?
Pero parece indudable que la unión, por más temporal que sea, de tres empresas de las dimensiones de Taurodelta, Simón Casas y Matilla supera las dimensiones razonables para que la competencia sea real. El sin número de plazas que controlan va desde Madrid-Las Ventas y Madrid-Vista Alegre, a Valencia, Salamanca (de forma alternativa con otra empresa), Palma de Mallorca, Jerez, Linares, Badajoz, Guadalajara, Valladolid, Huesca, Ávila, Nimes o Mont de Marsan, por citar tan sólo las más relevantes. Pero, además, cada una de ellos resulta poseedora de una ganadería brava y apodera a una amplia nómina de matadores de toros: Manzanares, Talavante, Padilla, El Fandi, etc. Esto es: controlan gran parte de la actividad taurina en España y en buena parte de Francia, hasta el punto de resultar decisivos para que cualquiera de los demás sectores taurinos puedan desarrollar su actividad en igualdad de condiciones.
Quien tenga la paciencia de seguir la interpretación que la Comisión Nacional de la Competencia --organismo encargado de velar por las normas del libre mercado-- realiza de la legislación correspondiente, comprueba que en otros sectores empresariales una operación de estas características no sería aprobado o, en todo caso, se haría con importantes condicionamientos, tales como la obligación de realizar desinversiones en el propio sector para garantizar que no se dan “posiciones de dominio”.
Cabría aducir en su defensa que en este caso no se trata de una fusión entre empresas, lo que conllevaría la permanencia en el futuro de una única empresa, sino que se trata, como su propio nombre indica, de una unión temporal, esto es: transitoria. Pero bastaría que esta triple alianza funcionara como una simple central de compras (contrataciones de toreros, compra de corridas, etc.) para que ya alterará de forma muy importante el funcionamiento del mercado taurino.
Por otro lado, la interpretación del criterio de transitoriedad no anula íntegramente la posición prácticamente de dominio que se produce si se alcanza este acuerdo a tres bandas en tanto el mismo se encuentre en vigor, que es por un plazo mínimo de 3 años y máximo de 5. Se trata de períodos suficientemente amplios como para los demás empresarios y profesionales puedan sentirse afectados por tener que competir en manifiesta desigualdad de condiciones.
En cualquier caso, nos encontramos ante un auténtico filo de la navaja a la hora de salvar o no este principio de la competencia. Por ello, las autoridades autonómicas vienen obligadas a estudiar con mucho detenimiento la cuestión y a justificar de forma solida su decisión al respecto.
¿Estamos ante una emergencia taurina nacional?
La otra percha en la que se podría colgar la justificación de una operación de tales dimensiones sería de la aceptar que la Fiesta atraviesa una etapa de “emergencia taurina nacional”, de esas que en el mundo financiero y empresarial lindan con lo que hoy se denomina “rescate”.
Es cierto que la crisis ha afectado seriamente al negocio taurino, tanto considerado en su globalidad como si se analiza segmento a segmento profesional. Pero no es menos cierto que si alguien se ha librado de entrar en número rojos ha sido la empresa gestora de la plaza de Madrid, con un abono consolidado que tan sólo por venta de localidades y derechos de TV ingresó la temporada de 2011 por encima de los 20 millones de euros y supuso una aportación neta a las cuentas de las Comunidad Autónoma de algo más de 2,8 millones de euros.
Con la fidelidad que mantiene el conjunto de abonados, con la garantía del contrato de televisión y con un canon rebajado y los precios las entradas incrementados por encima del IPC, tan sólo una pésima gestión metería en pérdidas a la plaza. Y en cualquier caso, resultaría extremadamente complejo que justificaran que se ven afectados en tal grado por la crisis como para acudir a un rescate, como consecuencia de una emergencia insuperable que requiere fórmulas excepcionales.
Pero es que, además, fuera de Madrid la crisis no será de tal dimensión como para considerar que la Fiesta está en situación de “emergencia” cuando los empresarios pugnan por adjudicarse todas las plazas –menos seguras económicamente que Las Ventas-- que han salido a concurso. O de alguna forma le cuadraran las cuentas, o es que el planeta de los toros está plagado de altruistas, que promueven negocios trabajando a pérdidas.
Una solución compleja
En cualquier caso, hay que reconocer que no se trata de una cuestión ni fácil ni que admita simplificaciones. Cuando dos empresarios tan enfrentados como hasta ahora han sido Taurodelta y Simón Casas, con Tribunales de por medio, deciden unir fuerzas, no puede responder a una simple ocurrencia. Y por tanto, se hace necesario que se estudie el caso con detenimiento.
En conclusión, nos encontramos ante un problema de difícil solución. En el fondo, si nos atenemos a la razones justificativas de una operación de estas características, sólo se justificaría realmente en la hipótesis de que los interesados consideren que el pliego elaborado por el Gobierno autonómico resulta de imposible cumplimiento, algo que no manifestaron cuando se hizo público.
Pero si se acepta esta hipótesis de trabajo, caben cuatro salidas posibles:
►Los interesados deciden no acudir a esta convocatoria, con lo que ésta quedaría desierta y forzaría a la Comunidad a realizar un nuevo concurso.
►La Comunidad retira por inviable el pliego actual, redacta uno nuevo y vuelve a convocar el concurso de adjudicación.
►La Comunidad, antes de fallar el concurso, analiza en todos sus extremos los efectos en el mercado de taurino de esta triple alianza, mediante un estudio externo y público.
►La Comunidad somete la oferta tripartita, antes de conceder la Plaza, al estudio por parte del propio Tribunal de la Competencia autonómico, aunque preferentemente debiera hacerse ante la Comisión Nacional de la Competencia, dado el impacto que en toda la geografía taurina tiene este contrato.
Y fuera la que fuere, al final lo que queda es que han sido los propios empresarios los que realizan, con sus propios modos de actuar, la crítica más feroz que haya recibido el pliego




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Por Tomás Villegas en TAUROLOGIA

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