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lunes, 12 de septiembre de 2011

Concha y Sierra lidia otro novillo sobrero en Peralta como remiendo de una de Úrcola, propiedad de Victorino Martín

Triste final de feria por un ganado manso sin paliativos, por el escaso toreo que permitió y por los fallos de la terna en la suerte suprema. Todo ello hizo que el festejo se saldase con seis silencios y que el público, que acudió ilusionado a la plaza, la abandonase con gesto contrariado por el escaso arte que pudo presenciar. El anuncio del hierro de Urcola, propiedad de Victorino Martín, había levantado bastante expectación, lo que se tradujo en una buena entrada, pues se desplazaron hasta Peralta numerosos aficionados de otras localidades navarras. Pero, como suele decirse, todo el gozo, en un pozo. Salió el primero y resultó muy parado. Segundo y tercero fueron dos mansos de libro. El cuarto fue el único que, sin clase, tragó en la muleta, embistió al pasito por el derecho, se dejó hacer. El sexto, complicado, desarrolló peligro sordo. Y el remiendo de Concha y Sierra, un verdadero torito -le faltaban tres meses para ser cuatreño-, resultó algo brusco aunque pudo lucir más, en otras manos. Y si la materia prima fue mala, lo mismo sucedió con varios tercios de banderillas, en los que el desorden, fruto del miedo, se impuso en el ruedo.

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