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domingo, 19 de junio de 2011

Ignacio Ruiz Quintano, otro hombre azul en nuestra trinchera, se acuerda del Viti cuando se pone el sol en su homenaje

Puesta de sol en Vitigudino (ABC)

El Este es el Este, el Oeste es el Oeste, y nunca llegarán a encontrarse. Eso decía el buen Kipling, padre de “El hombre que pudo reinar”.
    Pero Kipling, que estaba puesto en el Imperio Británico, no pasó nunca por Vitigudino, Salamanca. Si lo hubiera hecho, en lugar de ver al Imperio Británico como una prolongación del Imperio Romano lo habría visto como un equivalente (encogido) del Imperio Español.
    –Gloria a la Patria / que supo seguir / sobre el azul del mar / el caminar del Sol.
    A Pemán, que escribió su letra para la Marcha Real por encargo de Primo de Rivera, le gustaba esa pedrea, decía él, o tamborileo de acentos agudos (seguir-azul-mar-caminar-sol), pero no se logró que lo cantaran más que unas cuantas escuelas primarias y algunos conservatorios, porque los himnos nacen y se consolidan en un ambiente irracionalista.
    En junio, y siguiendo el caminar del sol, llega uno a Vitigudino, cuya puesta de sol es muy superior a la que ofrece en Ibiza (San Antonio Abad) a los “hippies” recalcitrantes el Café del Mar.
    Esta puesta de sol en Vitigudino corresponde a las once menos cuarto de la noche, víspera del homenaje a su hijo más cabal, Santiago Martín El Viti, en el quincuagésimo año de su alternativa, mientras en la plaza del pueblo, con voz de Chicho Sánchez Ferlosio, un ciego hace que canta los versos de García Calvo: "Carabelas de Colón, todavía estáis a tiempo..."

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