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sábado, 12 de marzo de 2011

Litri desborda de torería el CIECEMA de Almonte.

Una distendida tertulia con el matador de toros de dinastía y Jorge Buendía hizo disfrutar al público almonteño el aroma de la grandeza del toreo.

Dentro de los actos del I SALÓN INTERNACIONAL DE MODA Y ARTE ROCIERO organizado por GO con la colaboración del ayuntamiento almonteño, se celebró en la sala de conferencias del CIECEMA lo que se anunciaba como una mesa redonda y a la postre fue una tertulia de mucho peso específico, con el Rocío, Almonte, el toro y con el mundo de la grandeza de la amistad como motivo.
Miguel Báez Spinola, onubense de pro, figura del toreo de los 80 y 90 y rociero cabal fue el protagonista absoluto de una mesa donde se sentó y se sintió junto a otro hombre del toro, Jorge Buendía, a ambos les acompañaron en la mesa el concejal de festejos de la localidad, Sebastián Pérez y este que suscribe en labores de chulo de puerta. Sobre la mesa la justificada disculpa de un hombre cabal y serio, rociero sencillo como es el ganadero Tomás Prieto de la Cal, el motivo, la salud de su señora madre, era más suficiente motivo para caerse del cartel.

La distendida charla discurrió por los afluentes de la sencillez de ser grande, los miedos del torero, su apoyo en la virgen del Rocío y la Virgen de la Cinta, dentro de una capilla torera de más de 120 imágenes, que cada tarde, !y hubo un año de 133 paseíllos rumbo a la responsabilidad!, montaba en la semipenumbra de la habitación de hotel, el torero de Huelva, quinto eslabón de la dinastía con más solera por mayorazgo de la historia del toreo español, en el mismo orden, en un rito de creencias y miedos, con el cuidado de un santero y las formas de un chamán.
La tarde de los Sánchez Ibargüen en Sevilla donde el torero sintió que rompía los muros de la reserva de una Maestranza que lo hizo suyo desde entonces, la cornada de Pamplona, las malas tardes, todo contado con la delectación de quien estaba entre amigos, entre partidarios, entre su gente y la gente de su gente.
La figura de Paco Ojeda, admiración sin límites por el introvertido sanluqueño, "un hombre especial, sabio, para disfrutarlo en la intimidad", donde el amor al caballo y al toro marca un carácter único.

La admiración y entrega del toreo onubense, representado por un Buendía que se mostró, como no podía ser de otra forma, partidario de una forma señorial de entender la fiesta brava, de pasear por un escalafón de tiburones, Ojeda, Espartaco, Ponce, Jesulín José Tomás, donde Litri siempre se mostró como un gentleman, sin dejarse pisar el terreno por nadie, pero sin dejar un sólo herido de honor en su camino ni buscar un sólo atajo en su camino.
Acompañado el torero en el patio de butas por su esposa, Adriana Herrera, Laura Sánchez, coorganizadora del evento, Emilio Silvera, Arcángel, al fin la gente de este artista que se sabe rodear de gente de bien y de pellizco.

Cerró la conversación, tras las interesantes preguntas del numeroso público, las disquisiciones familiares y provinciales sobre la oportunidad y la necesidad de que ese Miguel Báez Herrera que corre con un capote, siga con la afición que le corre por los genes. donde el ADN marca los trazos del carácter ganador, la hombría de bien y la embajada eterna de la tierra santa de Almonte en el resto del universo.






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