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martes, 26 de octubre de 2010

Puerta grande para los alumnos Isidro Arrocha y Francisco Montero en el fin de temporada de la Escuela de Jerez

Puerta grande para los alumnos Isidro Arrocha y Francisco Montero en el fin de temporada de la Escuela de Jerez



En la plaza de toros de la Escuela de Jerez, con lleno hasta la bandera y bajo un espléndido y amable sol otoñal, hicieron el paseíllo en la coqueta plaza de Chapín un ramillete de ilusiones que junto a los novillos de Ana Romero proporcionaron el éxito del festejo.

La lídia del primero corrió a cargo del alumno de la escuela de El Puerto, Fernández Ramos, que mostró buenas maneras especialmente por el pitón derecho corriendo muy bien la mano, llevándolo lejos muy toreado. Muletazos por bajo, trincherillas y molinetes adornaron una forma que fue del agrado del público y que tras un pinchazo en todo lo alto y una estocada delantera logró cortar a su oponente una oreja.

El segundo novillo fue para el alumno de la Escuela de Jerez, Isidro Arrocha, tuvo una salida vibrante rematando repetidamente en los burladeros. Sorprendió con un toreo de copa, espléndido en su belleza, estética y la lentitud que imprimió a todos y cada uno de sus lances, recibiendo por ello la primera gran ovación. El novillo noble pero con las fuerzas justas, había que torearlo dándole sitio, muy despacio y a media altura. Basó su faena sobre la mano derecha y de ella brotaron muletazos largos, con ritmo y cadencia que alargaban los oles, hasta el infinito. Unas manoletinas con personalidad y quietud fueron el colofón a su faena, y como lo mató de una certera estocada en todo lo alto, le fueron concedidas las dos orejas que paseó triunfalmente por el anillo.

En tercer lugar actuó Juan Cortés, de la Escuela Taurina de La Línea. Bien con el capote, con la muleta y ante un novillo que se quedaba corto por el pitón derecho, no se arredró intentándolo todo por ambos pitones, logrando momentos muy lucidos, con tandas rematadas con variedad y torería. Mató de una estocada y le fue concedida una oreja.

La lídia del cuarto novillo correspondió al alumno de la escuela de San Fernando, Manuel Peña, que lo recibió con una larga cambiada para seguir con unos lances de rodilla en tierra para ya de pie rematar con dos medias verónicas. Con la muleta ejecutó una faena en la que alternaron las luces y las sombras, y como con la espada no estuvo acertado, solo obtuvo palmas como premio a su labor.

La Lidia del quinto fue para Francisco Montero, de la Escuela de Chiclana, que con el novillo de más poder y romana estuvo aseado con el capote, sorprendiendo en el tercio de banderillas, con tres pares variados, el 1º al cuarteo, el 2º al violín y el tercero con banderillas cortas, citando de rodillas para una vez de pie clavar al quiebro, poniendo literalmente boca abajo la plaza. Con la muleta y con el son al fondo del pasodoble “Chiclanera”, realizó una vistosa y variada forma por ambos pitones, bajando muy bien las manos para doblegar la bravura de un oponente que nunca enemigo. Una vez cuadrado brindó al público, logrando una estocada en todo lo alto, concediéndoles las dos orejas y el rabo de este novillo, al que se le dio la vuelta al ruedo.

José Miguel Luz Ramos, de la Escuela Taurina de Campo de Gibraltar, le tocó en suerte el novillo con un punto de dificultad, de los lidiados hasta ese momento, exigia más disposición y conocimientos con los aceros tampoco tuvo su día.

Antonio Moscoso de la Escuela de Algeciras, toreó espléndidamente con el capote, y con la franela realizó una faena intermitente pero con mucho mérito, Este novillo también puso a prueba su preparación y ganas de ser torero. Recetó una extraordinaria estocada, ejercutada a ley y descabello al tercer intento. Fue despedido con una gran ovación.

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