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lunes, 7 de junio de 2010

Sevilla hace alarde de su litrismo en el hotel Colón.

El torero de la sombra alargada y la mirada triste recoge su muletilla, se aleja del burladero tras pedir
permiso al presidente, sin levantar los ojos del ruedo se dirige a la boca de riego. La espada no es más que un artificio estético, la muleta es un cucurucho de pescado al modo de de ”La Esquinita te espero”, entonces el torero alza el brazo, luego pone su cuerpo como escudo de la franela, estático hasta el pensamiento, y mira al toro que comprende que debe obedecer a la breve insinuación y se arranca al galope. La plaza enmudece, el toro sólo puede ver un perfil roto y una voluntad firme. El burlaco galopa tras el ancestral instinto de defender su raza. De repente, en el último instante, en último metro, Litri deja caer desmayada la muleta y Sevilla clama, las gradas se estremecen, al segundo muletazo se da cuenta la sabia Itálica que el de Huelva es torero, la tercera vez que el toro pasa suena un OLE redondo y Sevilla ya es Litrista. Sesenta años después, Sevilla lo corrobora, ha ce alarde de litrismo.




Hay veces que cien kilómetros son una distancia insalvable de desencuentros y rencores, otras veces es un pequeño paseo, lleno de puentes que son lazos, sitios que son alianzas y hombres que son estandartes de esa unión, por qué hay hombres como este Miguel Báez, que se adornan de virtudes que les permiten ser tan grandes que unen patrias y ser el lacre de una amistad.

Litri es un torero grande y ayer la ciudad de Sevilla y su gente del toro le tr4ibutaron homenaje de admiración. Dicen que es difícil ser excelso en la distancias cortas y el tiempo largo. Falso, cuando se es de una pieza, si la pureza es la divisa, si no se conocen los ambages, la cercanía encumbra la grandeza, y este es el caso.

No podía ser en otro sitio para un torero que en HOTEL GRAN MELIÁ COLÓN, su vinculación con el mundo del toro es larga y honda y desde esta unión se homenajea en la tarde ayer al Litri. En un acto con vocación de continuidad hacia a grandes figuras que en el toro han sido, son y serán dignas de admiración.

La idea partió del jurado convocado por la dirección del hotel para otorgar el Premio Gran Meliá Colón al toreo sublime en la Feria de Sevilla, que en esta su primera edición recayó en el torero José María Manzanares. El director del hotel Ramón Vidal recoge el guante y se luce en el quite.

Al acto de reconocimiento a un torero grande, acompañado por su esposa, la sin par Conchita Spinola, un torero grande capaz de sembrar amigos a su paso, acudieron desde Huelva su alcalde, Pedro Rodríguez y su esposa, Don José Luis García Palacios y su esposa, José Castilla presidente del tertulia Litri, Pedro Macías, el glosador de la figura del torero de la Calle San Sebastián, José González-Barba, presidnte de la tertulia Antares. Allí ejercieron de anfitriones, en el Hall del hotel torero la Duquesa de Alba, Curro Romero, el doctor Vila, Julo Pérez Vito, Diego Puerta, Pepe Luis hijo y su madre, Merceds Silva, Rocío de la Cámara, Enrique de Miguel, mantenedor del acto, Davila Miura, Espartaco, Eduardo Miura, Fernado Murube, Ramón Valencia, Luis Nieto, Alvaro Núñez del Moral y un largo etcetera.

El Hotel Gran Meliá Colón, es desde su apertura en 1929, parada y fonda obligada de todo el que ha sido, es o quiere ser algo en el mundo del toro. Su espíritu taúrico se nutre de este de actos como el de ayer donde Sevilla recuerda a su torero de Huelva.


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